El horizonte para algunos es oportunidad de ver más allá. En cambio, para otros, solo es un gris que sirve para observar el atardecer cuando el sol sale o se esconde. Es que el cielo puede traer esperanza o poder ocultarla. Traer paz o desesperación. Eres aquel capaz de hacernos olvidar, rejuvenecer y de ver que no todo está perdido, y sobre todo para las innovaciones de las futuras generaciones. Pero, ¿Quién eres cielo pues? Eres aquel capaz de hacernos ver el destino, aquel capaz de hacernos delirar de esperanza, cuando esta ya no significa casi nada. El enorme panorama del cielo azul que se contrasta con las profundas aguas del mar brinda aquél paisaje encantador que nos sacan del estrés, descansan nuestros párpados de la vorágine cotidiana. Es que aquí está el verdadero dilema actual: El de mostrar la realidad tal cual es, como la del firmamento en un cálido atardecer, o el de camuflarla de grises que opacan a lo natural. 


No obstante, de tanto esperar la espera hay gente que desespera, y en ese momento llega a cometer locuras de las cuales luego se arrepiente. Las estrellas del intelectual que intenta ser sincero llevan toda esperanza de la nobleza que ensancha el alma, pero que no la envenena. El horizonte engrandece ante la pequeñez del abandono, desprecio, del reírse del último de la fila. El buscar ese escape, esa soledad llena que ennoblece el alma intangible, porque la hace más fuerte ante la debilidad tangible. Es que la ambición desmedida lleva a un horizonte infinito que desespera.


Pero, ¿quién eres cielo pues? Eres aquel capaz de sacar del letargo al suelo, al paisaje, a las personas del embotamiento para ver lo que tendrían que poder ver. La realidad se desnuda tal cual es: El horizonte natural es vida llena de alegría ante lo opaco de quienes prefieren olvidar a los otros seres en tumbas de putrefacción. Sin embargo, el horizonte impuesto es el paisaje de las tanquetas, ametralladoras, de la falta de escucha, de la prepotencia. A veces, en este firmamento, todos quieren aparecer con la primera nota de opinión del primer plano del diario, y no dejan de ser verdaderos opinológos que hablan desde las ideologías, sin importarle verdaderamente las personas, sino en estar en la baja altura de la moda del momento. Y, apurados, por mostrar el horizonte lejano de un mero cuadro negro. Pero, ¿quién eres cielo pues? Eres aquel capaz de decirnos tantas cosas sin hablar ante esas arteras venas de las habladurías sin sentido. Aquel que siempre estuvo y que siempre fue olvidado, abandonado, despreciado, pero aquel que subiste y golpea siempre duro. Eres quien refleja interioridad. Ese paisaje de paz o de penumbra que el ser quiere construir siempre desde la bandera de la libertad: "Muchos golpes derriban a los más altos robles, y la juventud, es ese peldaño pasajero que se refleja en el horizonte, dado a cada uno como tarea a realizar, en un cierto periodo de tiempo". 

Por Diego Romero
Periodista, filósofo y escritor