Bajo los dos primeros gobiernos de Juan Perón (1946-1955) el desarrollo humano se canalizaba especialmente a través de la secretaría (luego ministerio) de Trabajo y Previsión y de la recordada Fundación "Eva Perón'' (1948-1955). En otras épocas esta sensible área oficial fue una pequeña dirección, luego secretaría hasta que llegó a la categoría de ministerio de Bienestar Social, fortalecido en tiempos del gobierno justicialista surgido de los comicios de 1973. Con este nombre y bajo circunstancias económicas sensiblemente adversas, el fin administrativo era contener a la gente más necesitada, aunque la palabra "contener'' todavía no se ponía de moda. Las intenciones eran buenas, a pesar de que en la Nación el titular del ministerio muy pronto fue nada menos que José López Rega, de muy triste recuerdo. Luego, la dictadura intentó conservar este organismo porque a los golpistas, desde 1955, siempre les atrajo parecerse a Perón aunque sin nombrarlo. Pero la esencia del "bienestar social'', eso que también arrullaron desde sus puestos de lucha Joaquín V. González, Hipólito Yrigoyen, socialistas como Alfredo Palacios, y que Perón asumió como eje central de su obra de gobierno, despertaba curiosidad y magnetismo en todos los que vinieron después. Con el regreso de la democracia y la clara reivindicación de los derechos humanos, este aspecto de lo social volvió a ser genuino, entre otras cosas porque la democracia pone por delante el criterio indispensable de reducir las distancias entre los ciudadanos. Hoy, y desde 2003, lejos de cualquier consideración ideológica o política, la realidad nos habla de una mayor y más notable justicia social. Asimismo, la Ley 29 del año 2005 permitió la creación en la Nación del ministerio de Desarrollo Social, tras el reordenamiento del entonces ministerio de la Juventud, la Mujer y la Familia, que había sido creado en 1997. Y San Juan no sólo que no se quedó atrás, sino que asume en ese marco un papel honorable desde un ministerio sin estridencias (al que se suma la labor de los municipios), cuya labor es varias veces mayor que la que se publicita. Naturalmente, antes de pensar en la acción social aparece un necesario desarrollo socioeconómico sólido que busca reconstruir el capital provincial, en pos de una sociedad más inclusiva. Entonces cuando el ministerio hoy se denomina de Desarrollo Humano y Promoción Social, en la Nación liderado diligentemente por la ministro Alicia Kirchner, observamos que se trata de llegar a la médula de los problemas sin vender figuritas de colores, sino con claras muestras de eso que dice el título del organismo: desarrollo humano y promoción social. Y una de las fortalezas actuales de esa área en San Juan, es el equipo de trabajo del citado ministerio, con el rango de directores, subsecretarios y secretarios, sumado a la personalidad del titular del ministerio, Daniel Molina, quien posee cualidades que parecieran innatas para esta labor, y que han posibilitado la puesta en práctica real de un programa de capacidades y derechos. Lo que está bien, está bien, sobre todo porque la burocracia (aborrecido término que ya tiene más de 250 años), tan dañina en este campo y que hemos sufrido y probablemente todavía sufrimos en algunos ámbitos los sanjuaninos, no debería nunca entorpecer al ciudadano, y menos en las áreas sociales donde el tiempo corre más rápido por la vena de las necesidades primarias. La equidad y la inclusión se palpan fácilmente. Seguro que falta mucho, pero se va escribiendo ese camino hacia la recuperación de la dignidad y la cohesión social, donde la familia es el eje de todas las cosas. Más aún cuando en la Cumbre del Milenio del año 2000 organizada por la ONU, 189 países asumieron el compromiso de crear en todo el mundo "un entorno propicio para el desarrollo y la eliminación de la pobreza (...) para el 2015''.