La formación ética y moral implica transmitir valores… e inclinaciones afectivas a favor del bien.
El Día Internacional de la Familia se celebra cada año el día 15 de mayo desde 1994. Esta fecha fue proclamada en 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, haciendo eco de la importancia que la comunidad internacional le otorga a la familia. Fue instituido para recordar que la familia es lo más importante. En efecto, el centro de toda sociedad es la familia, de la cual surgen los honrados ciudadanos para la Patria y los santos para Dios.
Este año se centra en resaltar el papel que juegan las familias y las políticas orientadas a las familias, en el fomento de la educación y el bienestar de sus miembros, en particular, la educación infantil y la formación continua para niños y jóvenes.
En el capítulo séptimo de "Amorislaetitia”, el papa Francisco recuerda la necesidad de "fortalecer la educación de los hijos”. Al respecto escribe: "Los padres siempre inciden en el desarrollo moral de sus hijos, para bien o para mal. Por consiguiente, lo más adecuado es que acepten esta función inevitable y la realicen de un modo consciente, entusiasta, razonable y apropiado”. La educación en el hogar prepara a los hijos para la vida. "Sólo así ese hijo tendrá en sí mismo los elementos que necesita para saber defenderse y para actuar con inteligencia y astucia en circunstancias difíciles”.
La formación ética y moral de los hijos implica transmitir valores, principios y normas que permitan una educación de la inteligencia y de la voluntad y un desarrollo de hábitos buenos o virtudes e inclinaciones afectivas a favor del bien. Sólo un individuo de conciencia recta y virtuoso es útil para la sociedad. Señala el Papa Francisco: "Es necesario desarrollar hábitos… costumbres adquiridas desde niños… valores interiorizados que se traduzcan en comportamientos externos sanos y estables… El fortalecimiento de la voluntad y la repetición de determinadas acciones construyen la conducta moral, y sin la repetición consciente, libre y valorada de determinados comportamientos buenos no se termina de educar dicha conducta…”.
Continúa Francisco: "La educación moral es un cultivo de la libertad a través de propuestas, motivaciones, aplicaciones prácticas, estímulos, premios, ejemplos, modelos, símbolos, reflexiones, exhortaciones, revisiones del modo de actuar y diálogos que ayuden a las personas a desarrollar esos principios interiores estables que mueven a obrar espontáneamente el bien… La vida virtuosa, por lo tanto, construye la libertad, la fortalece y la educa, evitando que la persona se vuelva esclava de inclinaciones compulsivas deshumanizantes y antisociales. Porque la misma dignidad humana exige que cada uno "actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro”.
Se desprende de las enseñanzas papales, que la educación de las virtudes humanas, como parte de la educación moral de los hijos, forma personas de criterio para decidir bien, responsables, libres, felices, que practican el bien y evitan el mal, ciudadanos útiles y probos, la verdadera riqueza de un país. Esta es la misión educadora de los padres con la que enriquecen la sociedad donde viven.
No podemos hacer de nuestro hijo un eximio futbolista, ni un buen dibujante, ni darle el buen oído, ni pedirle que sea el primero del curso, ni el más simpático, si no nació con estos talentos. Pero si podemos y debemos educarlo, para hacer de él una buena y santa persona, para verlo feliz y realizado en este mundo y en el otro.
Por Ricardo Sánchez Recio, Orientador Familiar. Licenciado en Bioquímica. Prof. de Educación Sexual.