Según estudios económicos, difundidos esta semana, la vitivinicultura argentina es una de las agroindustrias que genera mayor valor agregado y por ende dispone de alta capacidad de empleo directo o en los servicios tercerizados, incluyendo la actividad turística relacionada con el sector.
Un trabajo realizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo para el Fondo Vitivinícola Mendoza, asegura que la vitivinicultura argentina sostiene alrededor de 113.070 puestos de trabajo registrados, una cantidad que aumenta considerablemente si se suman los trabajadores de los sectores económicos relacionados con la actividad. La cifra no sorprende a quienes vivimos en las provincias productoras, más si se tiene en cuenta el desarrollo alcanzado en las últimas décadas hasta llegar a imponerse en los mercados mundiales con alta calidad, gracias a grandes inversiones en tecnología e infraestructura.
Pero son importantes los estudios comparativos con otras industrias alimentarias del país, para señalar la importancia alcanzada por la vitivinicultura, por ello el impacto en el crecimiento económico de la Argentina y, fundamentalmente en el área exportadora y ocupacional.
Se indica en el informe que cada litro de vino genera valor agregado equivalente a $3,90 mientras la cerveza suma $1,10 por litro, la leche agrega $0,80 por kilo y las bebidas sin alcohol promedian $1 por litro en valor agregado. En cuanto a los valores, el trabajo sostiene que la industria de la vid, en la elaboración anual de vinos y de jugo de uva concentrado genera más de 6.320 millones de pesos, de los cuales unos 6.303 millones son aportados por la cadena vínica, a 2010. Es importante destacar que mientras más valor agregado se genere, mayores ingresos recibe toda la cadena productiva, ya que las industrias toman insumos que ya generaron valor agregado y los vuelven a transformar para imponer nuevamente más valor agregado, un dato del efecto multiplicador remarcado por los investigadores.
Debe tenerse en cuenta que la vitivinicultura se distingue de otras producciones porque sus dos formas de generar valor agregado sobre la mayoría que tiene una sola opción. El mayor valor agregado, de 53%, se alcanza en el fraccionamiento, frente a 42% que puede llegar el sector agrícola.