Al haber transcurrido buena parte del siglo XXI y nos acercamos a las dos décadas, ya pueden observarse profundos cambios políticos en Latinoamérica. Varios mandatos presidenciales dejados atrás, cuestionados, discutidos, alterados en su faz administrativa financiera, entre otros problemas, han dado lugar a cuestonamientos, planteos e investigaciones, lo que hace pensar o recaer sobre ellos un manto de sospecha, al menos para la justicia de los diferentes países. Nada podía cuestionarse ante la continuidad de sus potestades de mando y menos aún de la persona de los mandatos sobre las que su investidura recaía.
Sin embargo comenzaron a dar aparición en los períodos pos gubernamentales de gestiones anteriores, conceptos que gravitan en torno a actuales procesos legales que se llevan a cabo tales como: corrupción, financiación ilegal o los típicos sobre una economía forzada. Países comprometidos con la administración de la ‘cosa pública\’\’ y con negocios pocos claros son los protagonistas de grandes caídas de mitos políticos construidos sobre bases ideológicas de aparentes populismos que no terminaron por conformar un proyecto de inclusión para todo un pueblo.
Evidentes planteos legales trasuntan las fronteras sudamericanas hasta impensados límites. Aunque las investigaciones se encuentran en curso, las mismas deben dar respuesta no a intereses particulares sino como rendición de cuentas a los intereses de una nación democráticamente organizada. Lo más gravitante en estos casos suele estacionarse en las masas que se agolpan en reclamos que van más allá de las actuales posibilidades en las gestiones de gobierno, pero no es menos cierto que tales deben dar respuestas inmediatas ante las demandas sociales.
No un grupo de personas sino millones de estas esperan soluciones a corto plazo. Es que una costumbre política se instalo, la de un ‘Estado subsidiario\’\’ que no se acercó a todos los sectores para orientar políticas del bien común, necesario para cada forma de estado en sus propios ciudadanos. La mentada frase de siempre responder aún más por los sectores más vulnerados, dejó importantes secuelas sobre los restantes y ahora componer un tejido social de producción cuesta una enormidad. Se requiere de un aprendizaje de situaciones para formar al ciudadano en una comprensión por el conocimiento de los documentados hechos ocurridos.