Poco después de anunciar la muerte de Chávez, Maduro -candidato del gobierno de Venezuela para las próximas elecciones- sugirió que Estados Unidos había "inoculado” con cáncer al fallecido presidente Chávez. Al mismo tiempo, expulsó a dos diplomáticos estadounidenses.

Al realizar esas afirmaciones, Maduro ya estaba en campaña. El presidente interino, un ex chofer de ómnibus y líder sindical designado por Chávez como su heredero político, necesita forjarse una imagen de líder "antiimperialista” de línea dura, como Chávez, tanto para mantener unido al movimiento chavista como para convertirse en el paladín de la defensa de la soberanía venezolana frente a una imaginaria amenaza norteamericana, dicen en Washington.

Los funcionarios del gobierno de Barack Obama niegan rotundamente haber causado la enfermedad de Chávez, calificando de "absurdas” esas acusaciones. Curiosamente, el año pasado, Maduro y la funcionaria de más alto rango del departamento de Estado para asuntos latinoamericanos, Roberta Jacobson, habían mantenido una conversación telefónica sobre la posibilidad de mejorar las relaciones bilaterales. El 21 de noviembre pasado, Jacobson llamó a Maduro y el entonces vicepresidente sugirió la posibilidad de reponer a los embajadores de ambos países. Jacobson, a su vez, respondió que Estados Unidos prefería un acercamiento gradual antes de intercambiar embajadores, empezando con medidas de cooperación en antiterrorismo y lucha contra el narcotráfico, según me dijo Jacobson.

Tras la muerte de Chávez, le pregunté a Jacobson por qué creía que Maduro, después de haber propuesto elevar las relaciones bilaterales, ha acusado al gobierno de EEUU de "inocularle” cáncer a Chávez. "Nos parece realmente desafortunado que en momentos en que estábamos, y estamos, tratando de tener una relación más productiva con Venezuela, ellos usen este tipo de discurso público y expulsen a dos de nuestros diplomáticos”, me dijo Jacobson.

Otros observadores de la situación venezolana en Washington consideran que es una obvia jugada electoral. "La época más tensa de las relaciones entre EEUU y Venezuela no ha quedado atrás, sino que está por venir”, dice Carl Meacham, director del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

Mi opinión: Coincido en que probablemente Maduro endurezca su discurso "anti-imperialista” durante la campaña -lo que los opositores venezolanos llaman en broma "el escenario Maduro y Descabellado- pero no me sorprendería que si gana las elecciones, retome un diálogo más amistoso con el gobierno de Obama. Por el momento, Maduro está siguiendo el guión de Chávez de provocar enfrentamientos e inventar conspiraciones contra su gobierno, para presentarse como el salvador de la patria y pintar a sus rivales políticos como supuestos títeres de EEUU. Es el guión que Chávez siguió durante 14 años, y le funciono muy bien. Pero a Maduro lo manejan básicamente por control remoto desde Cuba -que depende de los petrodólares de Chávez- y los cubanos no son tontos: la principal prioridad del régimen cubano será que Maduro consolide su poder y mantenga la estabilidad en Venezuela.