Las presiones de las organizaciones ecologistas y la prédica de las Naciones Unidas para que los gobiernos cumplan con los protocolos que resguardan las especies en peligro de extinción, parecen cumplir su cometido de acuerdo a investigaciones que revelan un crecimiento del número de las ballenas. Es lo que refleja el seguimiento de la ballena franca austral por parte de investigadores de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, al documentar el regreso a las aguas australianas de los enormes mamíferos, entre otros cetáceos también perseguidos por los depredadores de los mares.
Donde fue un hábitat ballenero importante, hasta el siglo XIX, cuando comenzó la caza masiva de la especie conocida científicamente como "eubalaena australis”, el estudio revela que al comenzar la investigación en aguas de las islas Norte y Sur de Nueva Zelanda entre 1976 y 1991, no había signos de vida del cetáceo, pero entre 1991 y 2002 se avistaron 11 ejemplares y entre 2003 y 2010, unas 28 madres con sus ballenatos. Un próximo informe dará a conocer un nuevo conteo de lo que se considera una noticia excelente por el crecimiento de la especie.
Pero en estos estos resultados alentadores está de por medio Japón, uno de los mayores depredadores, que cerró este mes la temporada de caza de ballenas para "fines científicos” en el Océano Antártico con el menor índice de capturas de su historia: 103 ejemplares "minke” y ninguno de aleta, gracias a las acciones del grupo ecologista de EEUU Sea Shepherd y de Greenpace. El mal tiempo y las críticas de gobiernos y medios de opinión para que se cumpla la moratoria internacional, completaron el cuadro disuasivo contra la irracionalidad.