A través de los siglos la Iglesia católica y las ciencias han mantenido disputas acerca de la evolución de la humanidad a partir del saber apartado de la fe. La brecha se ha ido cerrando y ahora el Papa Benedicto XVI ha sido explícito respecto al camino que deben transitar juntos la cultura del conocimiento y la razón teológica.
Durante una audiencia con profesores y alumnos de nivel superior, el papa instó a la comunidad universitaria a demostrar una auténtica pasión por el saber teológico y a servir al hombre, amando y respetando siempre la vida, ya que la fe no se opone al conocimiento científico, a pesar de que la cultura contemporánea tienda a confinar a la religión fuera de los espacios de la racionalidad.
Observó que transitamos un tiempo de grandes y rápidas transformaciones, donde la cultura humanística parece afectada por un desgaste progresivo, mientras se pone el acento sobre las disciplinas llamadas "productivas”, tecnológicas y económicas. Y que en la medida en la que las ciencias empíricas monopolizan los territorios de la razón, no parece que haya espacio para creer, por lo que la dimensión religiosa es relegada a la esfera de lo opinable y de lo privado. Es que la perspectiva cristiana no es antagónica del saber científico y de las conquistas de la inteligencia humana, sino, al contrario, considera la fe como horizonte de sentido, camino hacia la verdad plena, guía de un auténtico desarrollo.
Benedicto XVI señala que el saber de la fe ilumina la búsqueda del hombre, la interpreta y humaniza, arrebatándosela a la tentación del pensamiento calculador, que instrumentaliza el saber y hace de los descubrimientos científicos medios de poder y subordinación del hombre.
