Para llegar a la cima de la amistad se debe considerar a la persona por lo que es, no en apariencia, lograr verdaderamente estar uno al lado del otro porque ha provocado un encuentro donde la sola evidencia de estar a su lado y en compañía es el bien.
Antiguamente la amistad era pensada en término de puro afecto, desinteresado y recíproco mediante el cual la relación establecida consideraba a las partes como iguales y estaba fundada en el mutuo aprecio y confianza.
Desde el punto de vista ético y apartado de la complacencia, se aprecia al amigo en la persona íntima que se une a nosotros por el vínculo del espíritu y la moral. En él se asocian tres conceptos básicos: la virtud, el valor y el amor.
Dichoso sea aquel que al pasar el tiempo y habiendo transcurrido cientos de hechos adversos puede afirmar al final de su vida y frente a su amigo ¡Gracias por haber estado siempre al lado mío! Y tener por respuesta un ¡Gracias por haberme permitido estar a tu lado! Aunque literalmente no se expresen estas frases recomponerlas para comprender la dimensión de la amistad, es oportuno.
El componente fundamental de la amistad es el querer siempre el bien que hace partícipe al otro en actos semejantes. La amistad se mide en términos de duración, firmeza, perseverancia y lealtad. Es oportuna una descripción del amigo en estos tiempos para presentarlo en la actualidad promediando el tercer milenio.
Al amigo de hoy se lo caracteriza por vivir el momento. Desde este punto de vista la suma de tales momentos resulta en permanencia. Es muy posible que por el activismo precipitado que vivimos su calificación se evalúe por los vertiginosos cambios o ajustes que presenta la vida. Sin embargo desde otro enfoque parece aproximarnos a la frase de Neil Amstrong al dar su primer paso en la Luna (1969) "Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran paso para la humanidad”. La amistad puede ser interpretada como una suerte de suma, donde el resultado de la distancia a nuestro satélite orbital fue superado en previsiones y cálculos de logros.
En cuanto a la amistad que no es, daremos algunas referencias: No es amigo quien jamás te visita. El que cuando está contigo te cuestiona lo que haces o como lo haces. El que no te demuestra afecto y no mide las palabras. El que come de tu plato pero jamás te invita. El que se silencia y pierde la palabra. El que quiere cumplir contigo para no deberte nada. Si no comparte contigo es porque no te necesita. El que espera de ti recibir sin jamás ofrecer. Tampoco es amigo el que no te habla a los ojos o el que haciéndolo te ofende. Sin embargo, rescatamos al amigo, por el solo hecho de estar y permanecer a tu lado, por compartir lo que más puede aún sus limitaciones. El que trata por cualquier medio de preguntarte cómo estás no sin antes haber permanecido a tu lado. El que sale a tu encuentro y requiere tu compañía. El que aunque no te ve busca por cualquier medio ubicarte. El que te visita y te acompaña, pero por sobre todas las cosas es amigo el que en la vida lo comparte todo cuando estás bien y no espera jamás que te enfermes para compadecerse. Porque se es amigo en vida y no en la espera por tu dificultad o muerte. Para el caso ya es tarde, quizás lo perdiste. Ve urgente y dale un abrazo, siempre antes, no tardes.
(*) Filósofo, educador, pedagogo y escritor.