Según un reciente estudio respaldado por las Naciones Unidas, la mitad de la comida que se produce en el mundo, alrededor de 2.000 millones de toneladas anuales, se arrojan a la basura a pesar de estar en buen estado y de que hay regiones del planeta que sufren hambruna crónica.

El despilfarro es tanto en naciones desarrolladas como emergentes. Las primeras por la cultura de la abundancia y las otras por el mal manejo de cosechas, situaciones de mercado y cuestiones fiscales, pero ambos deben corregirse porque son una bomba de tiempo para la humanidad: la ONU estima que para 2075 la población global llegará a 9.500 millones de habitantes y se necesitará alimentar a 2.500 millones más, con los recursos disponibles.

En la Argentina, diariamente toneladas de comida apta para el consumo terminan en la basura, ignorando que más de dos millones de personas pasa hambre, según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). Solamente en la ciudad de Buenos Aires se tiran unas 250 toneladas diarias de alimentos, equivalentes a 550.000 raciones de comida, que sumadas a las 670 toneladas arrojadas en el conurbano, son 1.675.000 platos diarios para donar. La costumbre porteña de desconectar los freezers al irse de vacaciones, genera más despilfarro al ir a la basura comida congelada que podría donarse con sentido solidario.

También los sanjuaninos tiene su parte de culpa. Se ha observado una apreciable cantidad de alimentos arrojada a los contenedores por la costumbre de tirar sobras que quedaron del almuerzo o de la cena, y también por la confusión entre las fechas de envasado y vencimiento de los productos elaborados. Un envase vencido puede perder textura o alterar su sabor, pero de ninguna manera es inapto para al consumo. También se tiran frutas y verduras por calibres o presentaciones rechazados por los vendedores, que podrían abastecer a un hogar de pobres.

La planta de Rivadavia procesa unas 200 toneladas de basura por día, recolectada en el Gran San Juan y en breve se iniciará en nuestra provincia el desarrollo de un programa inédito para transformar la basura orgánica en energía eléctrica, un sistema que consiste en utilizar ese tipo de basura como combustible para producir vapor, que a su vez mueve a los generadores.

El proyecto para disponer de un recurso estratégico valioso, es un avance para el aprovechamiento de la basura que históricamente se acumulaba a cielo abierto creando áreas contaminantes. Pero es la concientización la que debe crear una conducta familiar pensada en la solidaridad social.