A medida que los sistemas de construcción de viviendas van evolucionando surgen nuevos conceptos en materia de prevención sísmica que deberían ponerse de inmediato en conocimiento de la población, a fin de ir internalizando cuales son las acciones más convenientes ante un posible terremoto de gran poder destructivo.
Después de las duras experiencias sísmicas que le ha tocado afrontar a nuestra provincia, los estudios para determinar los lugares más seguros de una vivienda fueron cambiando según los materiales, tamaño y características empleadas en las edificaciones.
En un primer momento se creyó que colocándose en el marco de una puerta o debajo de una mesa o un pupitre -en el ámbito escolar- se estaba al resguardo durante un sismo, pero se ha determinado que ésto no ofrecen todo el resguardo necesario. Luego, hace menos de una década se comenzó a hablar del "’triángulo de la vida”, una teoría que establece que cuando un edificio colapsa, los objetos firmes que se encuentran en su interior son aplastados por el peso del techo, formando un triángulo entre el techo, el piso y el objeto. Se decía que estos espacios vacíos son los lugares donde una persona debe ubicarse durante un terremoto para sobrevivir, pero se ha llegado a la conclusión que esto es inaplicable para casas de mampostería liviana o con paredes prefabricadas.
Ahora se ha llegado a la conclusión de que el punto más fuerte y resistente de una vivienda son los pasillos que están cerca de los baños, donde hay varias columnas. Esta recomendación es válida para las casas de una sola planta, pero en el caso que la casa sea de más de un piso, lo que se aconseja es la búsqueda de un lugar abierto, además de evitar los sitios donde pueda haber pozos sépticos, cañerías de cloacas o gas.
Estos avances, junto a otros que van surgiendo periódicamente, requieren de un sistema de comunicación inmediata con el objetivo de tener actualizada a la gente, dentro de una tarea de concientización que debe abarcar diferentes ámbitos.
Más allá de la prevención sísmica que debe ser impartida en las escuelas, la administración pública y otros ámbitos específicos, se debe apuntar a las familias suministrándoles la información necesaria a través de planes específicos, como se ha hecho en la provincia de Mendoza, a través de Defensa Civil, con un plan de contingencia implementado hace poco tiempo, que incluye catástrofes provocados por vientos y lluvias.
