Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner (58), al jurar como presidenta de la Nación ante el Congreso, el día 10 de diciembre de 2007, se transformaba en la quinta elegida en elecciones libres desde que se restaurara la democracia en 1983. Las puertas del Congreso se abrieron de par en par. Con rigurosa puntualidad, vestida de blanco (color claro como exige el protocolo en ceremonia de día), con sobriedad pero elegante, la diminuta figura de quien sería la primera mujer en ingresar a la Casa de Gobierno por voto popular, caminaba con paso firme y seguro, acompañada por el presidente Kirchner, su hija Florencia y el vicepresidente electo, Julio Cobos.

El acto de traspaso de la banda alcanzaba ribetes propios. El jefe de Estado saliente (primer caballero) entregó el bastón presidencial a su esposa, que se convertía ante su reemplazo, en la nueva Presidenta argentina. Se inscribía cronométricamente un aspecto formal de la historia nacional. Al puntear 1.655 días de gestión a partir del discurso del 25 de mayo de 2003, pronunciado por el presidente Néstor Kirchner, definió el punto de inflexión que separó la paja del trigo en la concepción filosófica y política del gobierno que asumía seis meses y quince días antes de lo establecido por ley. Por un lado, se resquebrajaba todo lazo con el Consenso de Washington destruyendo tangencialmente y de cuajo la estrategia duhaldista que ya había aceitado su diligencia hacia el norte. Aquel 25 de mayo, el presagio inmediato sólo fue advertido por don Néstor y don Eduardo. Otro cronómetro "dirigido'', ceñía los días de una relación que no tendría vueltas, porque sus agujas marcaban un tiempo sin retorno. El 2007, instalaba a Cristina (nombre que ya traía impreso de sus años militantes), quien sabía que asumía en el marco de una estrategia con resultados favorables, que se había cumplido y puesto en marcha lo esencial de cada punto enunciado el 25 de mayo por su esposo. Después de esa fecha, en lo interno, el asedio de Duhalde intentó marcar la cancha pero el progresismo kirchnerista terminó por blanquear en elecciones nacionales el "quién es quién'' en la puja por el partido.

Hoy, por primera vez una fuerza política con igual filosofía y continuidad ideológica, asumirá en forma consecutiva la conducción de los destinos del país. Además de la gran responsabilidad ante la crisis internacional que la propia Cristina indica signos positivos para evitar sus efectos mayores, tiene el camino orégano para la organización partidaria que es de primordial importancia.