Los ministros de Finanzas de la zona euro aprobaron ayer parte de la esperada ayuda de emergencia para Grecia, que junto con el aporte del FMI totaliza 12.000 millones de euros, contraparte de las profundas reformas de austeridad del país miembro, para no caer en default.

El primer ministro, Giorgos Papandreu, reclamó insistentemente el salvataje señalando que Grecia hizo su parte con un duro ajuste para salir de la profunda crisis financiera y esperaba que la Unión Europea y los organismos multilaterales le dieran la asistencia prometida para poder reactivar la economía. "Grecia respondió en un trance muy difícil, así que es hora de que Europa, y también el mundo, respondan también”, dijo el premier en su dramático pedido frente a la creciente convulsión social. Los disturbios en las calles de Atenas y otras ciudades, fue la respuesta popular al severo paquete fiscal de 28.400 millones de euros en medidas de ahorro y suba de impuestos, además de otros 50.000 millones por privatizaciones. La intención de recortar los gastos del Estado en unos 14.300 millones de euros y recaudar otros 14.100 millones hasta 2015, con el fin de situar el déficit por debajo del 3% del PBI en ese año, sigue latente. Se suma la decisión de suprimir 150.000 empleos públicos, el 25% del total; eliminar los contratos temporales y sólo sustituir a uno de cada diez funcionarios que se jubilen.

Sería aconsejable no dejarse llevar por la euforia desatada en las Bolsas después de estos ajustes, porque aún siendo una buena noticia, se trata solamente de un remedio temporal para que el país pueda hacer frente a los pagos de deuda más inmediatos, ya que no resuelve el problema esencial, que es la situación de insolvencia en la que se encuentra Grecia.