Los pueblos de uno y otro lado del mar se funden en una de las hazañas más insignes que se realizaron: El descubrimiento de América. Pareciera que de repetir y considerar este hecho en todas sus dimensiones, perdiera ante nuestros ojos su inmensurable significación humana e histórica.

Según lo escrito por Ramiro de Maetzu, aun hoy cuesta comprender y apreciar este hallazgo de un mundo por otro mundo. En efecto, el tiempo, ese misterio indescifrable que parece erguirse entre el hombre y la eternidad, esfuma y degrada hasta borrarlos aquellos acontecimientos de trascendencia exigua para el hombre; pero enaltece y agranda los que lograron conmover a la humanidad. Conquistada España para la fe,quedaba aún por conquistar el mundo para Cristo. Este nuevo mundo en modo alguno se formó con "’colonias” o "’factorías”, aunque los intereses mercantiles estuvieron presentes. Pero poblar América era cristianizarla. Los españoles del siglo XVI cumplieron ante el descubrimiento y la conquista con la fe entera de un cristiano medieval. Supieron amalgamar la arcilla Evangélica con el hierro del sistema imperial. Lo específico en esa fecha es la incorporación que hizo España de América, no tanto por ocupación y conquista como por asimilación y transfusión de su misma vida. Cuando se funda, no se sabe qué se funda; aquel día de 1492 se ignoraba que a uno y otro lado de las naves existían 10.000 kilómetros de costa y un continente de 40 millones de kilómetros cuadrados, millones de seres humanos partidos en 100 castas con los idiomas más distintos entre sí que todos los de Europa. No se sabía de la antropofagia, la sodomía y los sacrificios humanos. El 12 de octubre significa el principio de la historia universal, reconociendo abusos e injusticias. Pero advertimos que la obra evangelizadora no destruye sino que se encarna en nuestros valores y los consolida. Trajeron una lengua en la que se vacían el pensamiento y el corazón de 20 naciones que aprendieron a hablar en el regazo de una misma madre. Trajeron la cultura integral que dan a los pueblos lustre y provecho.Y por si algo faltase en ese año se imprimía la primera gramática de lengua castellana escrita por Elio Antonio de Nebrija. Se cumplía así el antiguo escrito: "’La gloria de la espada trae detrás la gloria de la lengua”.

Después de los descubridores y conquistadores llegaron los poetas del Siglo de Oro para cantar a unos y a otros. ¿Qué es la raza? Para algunos, conceptos biológicos, para los españoles una unidad de destino en lo universal. Se les aconsejó a los reyes a no realizar semejante empresa, sin embargo dijeron: "’Aunque no hubiese en las Indias más que peñas y arenales, deban por bien hecho el sacrificio desde el momento de haberse encontrado allí seres para evangelizar”. En pos de la espada y la Cruz o predicándolo tomaron posición el clérigo, el maestro y el astrónomo, el minero, el artesano, el burócrata y el segundón ansioso por alcanzar la fortuna que el mayorazgo le impedía. Así se compuso la epopeya, bordada de claros y oscuros, hasta entonces no concebida ni por el más audaz de los Homeros.

Bien juzgó lo realizado el abate Mourret cuando dijo: "’No obligaba a los españoles tan sólo el afán de la gloria o el estímulo positivista del lucro. No se hallaban ni libres ni limpios de ambas pasiones”. Sabemos que todo proceso de dominación de un pueblo por otro es horrible, significa arrasamientos culturales. Esto tuvo lugar en el continente americano como lo ha tenido en todo el mundo a lo largo de la historia de la humanidad. Exaltar los horrores de la conquista y la injusticia como si fuera lo único que marca lo ocurrido en América entiendo que es inexacto y tendencioso. Deben quedar atrás tanto el indigenismo como el hispanismo exagerado. La relevancia está dada por su secuela más original: la fusión, la mezcla, que es lo que da identidad a nuestros pueblos. "’La raza española está en todo sitio en que España haya dejado semilla y pedazos de sí misma; que en las tierras de ultramar muchas veces floreció la injusticia, pero reflexionad si puede haber otra cosa más grande que sembrarse a sí mismo, que fecundar despedazándose, que dar la vida muriéndose”."