Existen tantas definiciones de cultura como agentes transmisores, generadores y difusores de la misma. Podemos adaptarnos y aceptar una más que otra, considerarnos inmersos en una forma o una identificación cultural más fuerte que otra, pero es difícil que todos convengamos de manera clara y concreta la significación cultural de un país que es disímil desde uno a otro confín.

El pensamiento cultural y sus diversas formas de expresión, difieren de La Quiaca a Ushuaia del Litoral a Cuyo y lo que es atractivo, fundamental o vital como manifestación básica de una presencia artística predominante en un lugar, seguramente no lo es para otro. Esto nos hace pensar en lo difícil que resulta lograr que todo confluya en una misma identidad cultural que si bien puede tener un mismo tronco común; por muchas razones, ramifica y se expande de mil maneras diferentes.

Ocurre lo mismo que con la interpretación de los procesos históricos y sus protagonistas. ¿Nos hemos preguntado alguna vez qué se dirá y qué explicación se ha dado desde siempre en las escuelas de las provincias que no adhirieron -por ejemplo- al Congreso de Tucumán como las de Misiones, Corrientes, Entre Ríos? ¿Podrán desde sus lugares entender nuestro orgullo de sanjuaninos por la presencia de Laprida y Fray Justo? ¿Sabrán de ellos? ¿Pueden, por lo mismo, festejar la Independencia con el mismo entusiasmo y fervor de la argentinidad toda?

Esas respuestas, están en los propios sentimientos patrióticos y en la visión actual de todos los aconteceres de esos tiempos y culturalmente habrán de entenderse las razones y la preponderancia de unas manifestaciones sobre otras para interpretar el tronco común a que hacemos referencia y que dadas deriva en tantas y tantas vertientes profundamente arraigadas que nos hacen tan poco sujetos a las tradicionales definiciones.

Sea cual fuere el camino a seguir, la cultura se escribe e imprime, se interpreta musicalmente, se canta, se esculpe, se dibuja o pinta, se teje, se baila, se pule y se talla. Intervienen tantos verbos y tantos sentidos como placeres otorga a los ojos, la nariz, la garganta, a los oídos y al tacto.

Una cosa es cierta, es deber de los gobiernos de los pueblos desde la comuna, la provincia y la nación no perder de vista los procesos culturales que permiten que no se olvide el pasado, que se respeten y valoren tradiciones y se enaltezca a los hacedores de todos los tiempos, que sólo sabemos de fatigas y empeño en hacerlo cada día con idénticas convicciones que ayer y tal vez con mejores posibilidades tecnológicas con el único objetivo de trascender tiempos, espacios y fronteras ya que el arte es universal.