Actualmente, si queremos encontrarnos, la seguridad exige tomar una postura definida porque el miedo engendra intolerancia, éste el miedo y así el círculo es vicioso.
Momentáneamente, parecería que la Argentina todavía sigue envuelta por una cultura del apriete y la mafia, como expresó en su tesis el politólogo O"Donnell. Y, ello se ve reflejado en casos concretos de la vida cotidiana, ya sea en forma horizontal o vertical. La primera, es cuando devuelvo lo que me hicieron, en cambio en la segunda, opto por copiar al de arriba.
Precisamente, el sindicalista Moyano, da la sensación de un cierto proceso vertical, cuando recibe sin límites, y tal vez por ello ningún gremio quiere dar marcha atrás en los reclamos sociales. Pero, a todo ello hay que agregar que en el país de los violentos y de las chicanas políticas, se les suman el clima de la corrupción, narcotráfico, inflación e inseguridad.
Actualmente, ello sigue dictaminando la política en Argentina, espina fundamental de muchos gobiernos, pero que se quiere cambiar. Ello, se vio cuando, la Presidente, decidió rever posturas fijas. Por ello, optó por salir de la observación indecisa, con la acción, pero no le quedó otra que entrar en escena con otro papel, cuando desplazó a Aníbal Fernández y colocó al Frente de un nuevo ministerio de seguridad a Nilda Garré. A ello, se sumó la renovación de la cúpula de la Federal, con más de 60 gendarmes en Capital Federal. En cambio Macri, equivocado o no, actuó rápido, pese a la tensión que hubo entre Nación y Gobierno porteño por los hechos de Lugano y Soldati. Sin embargo, Macri y Cristina deberían juntarse para superar la vieja cultura del apriete argentino. Todavía se buscan culpables, pero las soluciones no llegan y la gente trabajadora se impacienta. No obstante, es ahora cuando Cristina Fernández quiere posicionarse desde una autocrítica de política social, que la distanció, al menos por un instante, de una posición vertical.
Pero, parecería que esta postura todavía no caló hondo en lo económico, cuando se ve un presupuesto desdibujado y que al inflarse sobra, junto a un manejo a discreción. Los ejemplos abundan en los casos de algunas provincias a las que llega más que a otras. A ello, se suma el aporte generalizado del Ejecutivo, cuando controla a los sindicatos y empresarios con trabajadores en negro, sin desprenderse definitivamente de los viejos tiempos del apriete. También, es cierto que en la trinchera de enfrente, la oposición no está armada del todo. Aunque, recientemente apareció Eduardo Duhalde en la escena del campo de batalla, con el fusil distintivo del posible candidato salvable.
Sin embargo, el país sigue inmerso en conflictos sociales, políticos y económicos. Y, mientras se desangra entre seguir adelante dentro de la Ley o fuera de ella, ya sea desde la izquierda o derecha, el narcotráfico con la mafia avanza. Precisamente, solo impera allí donde el caos reina, pero si bien es cierto que está instalado desde hace tiempo, no llegó a ser tan grave como en otros países. La religión era el opio del pueblo para Karl Marx, pero los tiempos han cambiado como para afirmar que hoy, el opio, se ha convertido en la religión del pueblo. En este contexto, el acuerdo solo llegará, si la sociedad decide vivir fuera de la amenaza, con el fin de recuperar la memoria del ser argentino.
Pero, ello exige superar la mirada relativa, de ver a toda persona que se manifiesta como un puntero político, narcotraficante o mafioso. La visión total, también nos dice que hay gente con graves heridas del golpe económico. Es decir, hay que analizar las causas y no las consecuencias para no empobrecer la mirada. Sin embargo, para el ministro de economía Boudou, la inflación es una simple cuestión técnica. Y, frente a los hechos recientes, solo repite que estamos bien, porque no hay déficit real o desborde del dólar, como en otros tiempos. Asegura, que solo es una tensión por crecimiento con reservas, y es por ello que apuesta a progresar con el desendeudamiento.
Aunque curiosamente, Doña Rosa, cuando escucha las declaraciones no entiende, porque solo ve una novela de nunca acabar cuando sale a la calle con manifestaciones, el patio de la casa tomado por extraños frente a la policía. Y, encima la mirada intolerante de los jóvenes desbordada de angustia, junto a los precios del supermercado que no paran de aumentar. Actualmente, si queremos encontrarnos, la seguridad exige tomar una postura definida, porque el miedo engendra intolerancia y éste el miedo. Por ello, Hellen Keller, decía que el logro más alto de la educación es la tolerancia. Aprender a tolerar es el objetivo más alto de la vida civilizada.