En 1974, cerca de tres millones y medio de automóviles circulaban por Argentina y dos jóvenes abogados comenzaban a pedir que no se llamara ‘accidente’ a los siniestros viales, por ser sucesos evitables. Ahora, su lucha en pro de la seguridad de los peatones sigue tan vigente como el primer día.
Poco más de 40 años después, el parque automotor del país se cuadruplicó; un 50% de esa cifra está concentrada en la capital y en la provincia de Buenos Aires, Juan Fairstein y Raúl Montesinos continúan batallando para concienciar a sus conciudadanos y evitar más muertes de peatones, el eslabón más débil de la ‘cadena del transporte’. La Asociación Civil Defensa del Peatón denuncia que una ley de 1986 que obliga a las escuelas a que se imparta educación vial y no se cumple hasta el día de hoy, y que aún Argentina no logró una campaña publicitaria unificada de prevención que impacte.
‘Cuando se crea una bebida, se hacen estudios de mercadotecnia para ver cuál es el mejor mensaje que pueda ser captado para que (la gente) compre ese producto y no otro. Algo similar hay que hacer en materia de ‘accidentología’ vial porque es evidente que hasta ahora ha fracasado’, explicó Fairstein. Según el abogado, tampoco existen cifras oficiales serias para conocer índices de morbilidad y de mortalidad, porque sólo se registran los accidentados que son hospitalizados en establecimientos públicos.
Sin educación, sin buenas campañas publicitarias y sin estadísticas formales, los resultados están a la vista: según la ONG Luchemos por la Vida, Argentina no logró disminuir su porcentaje de muertos en casos de siniestros viales desde 1990 hasta 2014, año de los últimos datos disponibles. Por otro lado, España, país que Fairstein y Montesinos ponen de ejemplo, lo hizo en un 81%. Eso se debe a un buen trabajo de concientización y educación por parte del Estado, labor que aún resta hacer en Argentina. ‘Podemos decir que España está a la altura de los países escandinavos o del norte de Europa, que tienen otra cultura que los latinos, que estamos más acostumbrados a la desobediencia y al no acatamiento de las normas. Por eso siempre hacemos hincapié en que no es una cuestión de latinismo, sino que es una cuestión de educación, que se puede lograr, pero hay que empezar’, añadió.
Fairstein y Montesinos brindan asesoramiento jurídico gratuito para que sus clientes conozcan si corresponde llevar los casos a los tribunales y cuánto deben pedir como indemnización. También realizan asistencia psicológica gratuita y entregan placas radiográficas, elementos de cirugía, muletas, sillas de ruedas y medicamentos.
Sin políticas para prevenir fatalidades, los dos expertos aún continúan luchando, cuatro décadas después, para pasar de una concepción de ‘accidentes’ y empezar a asumir las causas y consecuencias del ‘siniestro’.
