Desde el siglo II hasta el XVII (nacimiento de la Geología), la edad de la Tierra, se calculó en base a las escrituras bíblicas. El arzobispo James Ussher, en 1650, sumó los años de vida de los descendientes de Adán hasta Abraham y calculó unos 5.994 años ubicando a Adán en el sexto día de formada la Tierra. Los experimentos geológicos, paleontológicos y radiométricos posteriores, demuestran que la Tierra se formó mucho antes de que el hombre apareciera sobre ella. Determinar su edad ha sido todo un desafío para las ciencias que la estudian. En el intento se han usado estratos, glaciares, árboles, vestigios históricos.

En estratos sedimentarios se ven como más antiguos, los fósiles del fondo y más recientes los superiores. Los anillos anuales de los árboles o los recubrimientos de conchas, también permiten mediciones relativas, que logran medir hasta unos 25.000 años atrás. A fines del siglo XIX, y según el enfriamiento terrestre, Lord Kelvin estimó el nacimiento de la Tierra en no más de 100.000 años, en contraposición con la Teoría de la Evolución de Darwin, que infería la necesidad de millones de años para que una especie originara otra.

Ello originó una especie de "guerra” entre científicos a la que puso fin el descubrimiento de la Radiactividad por Henry Becquerel, en 1896 y la de los elementos radiactivos Polonio y Radio por los esposos Curie, en 1898. Se supo entonces que elementos químicos que están en la Naturaleza, presentan variantes, estables o radiactivas, a las que se llamó isótopos, que tienen igual número de protones pero distinto número de neutrones en el núcleo. Las variantes radiactivas van reduciendo su radiactividad con el tiempo, en forma constante y a la vez se van desintegrando irreversiblemente, en forma exponencial, en otros elementos químicos más livianos y estables. Estos procesos generan una fuente de calor adicional a la Tierra, que Kelvin no tuvo en cuenta. Como cada elemento tiene una velocidad de desintegración o "decaimiento” característica, eso permite calcular sus "vidas medias” (lapso para que la mitad de los núcleos radiactivos, se transformen en otro). Las "vidas medias” van de segundos a 10.000 millones de años. El Uranio, el Torio y el Radio, tienen vidas medias muy largas, por eso se los halla aún en la corteza terrestre. Algunos "decaen” en otros en un solo paso.

Pero el Uranio "decae” en varios elementos radiactivos (entre ellos el Radio), antes de transformarse en Plomo. Y como el Torio también "decae” en Plomo, determinar la edad de las rocas de la Tierra, no fue tarea fácil. Un apasionado de este método al que consideraba el más confiable, fue Arthur Holmes, quien no se desanimó y fue confeccionando informes de sus estudios que dieron resultados de 1800 a 4500 millones de años. Sin embargo la Tierra ha sufrido y sufre demasiados procesos (acción de placas tectónicas, erosiones, circulación hidrotermal), como para considerar que en su corteza existan rocas desde el momento en que se formó.

En su afán por mayor exactitud, los científicos razonaron que si la Tierra se formó al mismo tiempo que el resto del sistema solar, y si los meteoritos (producidos por desintegración de asteroides en la época en que se formaban los planetas rocosos), son parte de ese sistema, una medida de estos elementos en ellos, debía ser una mejor estimación de la edad de la Tierra, ya que no han sido afectados por los procesos evolutivos de la Tierra y pueden considerarse sistemas cerrados. Así CC Patterson, usando meteoritos hallados en El Cañón del Diablo (Arizona-EE.UU) y aplicando "decaimiento” de Uranio en Plomo, concluyó, en 1956, que la Tierra tenía 4.555 millones de años.

El Zircón es un mineral muy estable que resiste la actividad volcánica, la erosión y la sedimentación y se lo considera el más antiguo de la Tierra. Para comparar, a gránulos obtenidos en Australia, se aplicó este método de datación radiométrica dando una edad de 4.100 a 4.200 millones de años. Y en rocas lunares traídas por las misiones Apolo, se obtuvieron valores de 3.300 a 4.600 millones de años, dato que concuerda con los valores hallados para la Tierra, ya que se considera que la Luna se formó por el impacto de un gran cuerpo sobre nuestro planeta, que esparció el material terrestre al espacio, el que luego se agrupó por efecto de la gravedad y formó el satélite natural.

Actualmente se acepta que la Tierra tiene 4.470 millones de años (con un error de 1%), según medición de John Rudge en la Universidad de Cambridge, publicada en 2010 y usando "decaimiento” de Hafnio a Tungsteno. Mucho más joven que lo que se creía hasta promediar el siglo XX. Además, comparada con los 13.800 millones de años que se le atribuyen al Universo y los 13.200 a la Vía Láctea de la que formamos parte, la Tierra aún es joven. A pesar de sus miles de millones de años.

(*) Licenciada en Bioquímica.