La persona de edad avanzada entra en lo que podríamos llamar como el "descanso sabático'' de su vida, un apacible día de fiesta. Es el momento en que recibe su jubilación, deja su vida profesional o el trabajo que realizaba. En este sentido, debemos decir que pueden considerarse afortunados si se han aficionado a un "hobby'', o un pasatiempo de su preferencia. Y si se trata de los hombres, esto adquiere un relieve especial, pues para ellos el fin de su actividad laboral, profesional o no, adquiere el grado de un "gran acontecimiento'' a nivel síquico, que deriva con frecuencia en trastornos, ya sea depresión, estado de irritabilidad, pérdida del gusto por la vida y otros.Y en el caso de las mujeres, aunque hayan dedicado su vida al trabajo y se hayan aficionado al mismo, excepcionalmente el momento del retiro constituye un peligro. El "hobby'' saca a la persona que se haya aficionado a él, de la monotonía de sus labores habituales, ya sea en la profesión u otra labor, o en las ocupaciones en la casa. Esta monotonía agobia tempranamente, y la afición le ayudará a descubrir un nuevo gusto por la vida. Si la persona se ha retirado de sus labores, ya ha recibido su jubilación, y le resultan insufribles sus horas libres, que no sabe cómo llenarlas, se siente un ser desdichado; la vida entonces le resultará una carga insoportable y es posible que no tarde en morir. Dice un autor: "No deberíamos tener únicamente una profesión, sino dos, para dedicarnos a la segunda, cuando nos veamos obligados a solicitar el retiro de la primera''. Y en el caso de las personas casadas que disfrutan de un mismo "hobby'' u afición, podrán vivir felizmente y superarán juntos esos años difíciles. Cada persona podrá descubrir su afición, ya sea en la poesía, la pintura, colección de estampillas, el cultivo del jardín y muchas más. Es el caso de un antiguo profesor de filosofía, que ya jubilado desde hace muchos años, está más ocupado que nunca, convertido en un entusiasmado apicultor, y además en un atento observador de la vida de las abejas.

Y en el caso de los cristianos se les abre un promisorio campo. Nos decía el Papa Beato Juan Pablo II, en un discurso a grupos de la tercera edad: "La entrada en la tercera edad ha de considerarse como un privilegio; y no sólo porque no todos tienen la suerte de alcanzar esa meta, sino también y sobre todo, porque éste es el período de las posibilidades concretas de volver a considerar mejor el pasado, de conocer y de vivir más profundamente el misterio pascual, de convertirse en ejemplo en la Iglesia para todo el Pueblo de Dios. Tenéis todavía una misión que cumplir, una ayuda que dar. Según el designio divino, cada uno de los seres humanos es una vida en crecimiento, desde la primera chispa de la existencia hasta el último respiro''.