--PRIMERA NOTA--

En una reciente nota de DIARIO DE CUYO comenté que el reconocido filósofo Edgar Morin sugería un camino que debería seguir el sistema educativo en el siglo XXI para constituirse en relevante y significativo y lograr cambios sustanciales. Contiene siete puntos: "1- Una educación que cure la ceguera del conocimiento. 2- Una educación que garantice el conocimiento pertinente. 3- Enseñar la condición humana. 4- Enseñar la identidad terrenal. 5- Enfrentar las incertidumbres. 6- Enseñar la comprensión. 7- La ética del género humano".


Pero hoy no podemos hablar de la educación del futuro que mencionaba Morin hace diecisiete años, porque ese futuro ya es presente. Los dos primeros puntos de Morin se refieren específicamente a la educación, a la amplia apertura de la enseñanza-aprendizaje. Y una sutil barrera los separa de los cinco últimos, que parecieran dirigirse más intensamente a nuestra vida cotidiana.


Del punto 5 rescato una bella metáfora: "Navegamos en un océano de incertidumbres en el que hay algunos archipiélagos de certezas". Actualmente esas certezas se han reducido notoriamente, y una mirada al mundo que nos rodea nos muestra que el océano de incertidumbres es hoy más grande, tanto en el orden internacional como en el nacional. Por eso es tan difícil la enseñanza actual. Porque maestros y profesores hemos sido educados para un mundo totalmente distinto al actual. Y la adaptación no es fácil.


En esta situación, ¿qué deberíamos enseñarles a nuestros niños y jóvenes? ¿Son solo siete los principales saberes necesarios de este siglo? ¿Quieren los jóvenes que les enseñemos formas de vida que consideramos pertinentes o ellos ya han elegido sus propios mundos de acción?¿Cuáles son los valores que debemos inculcar? ¿Son anticuados nuestros métodos de enseñanza? ¿Está vinculada la enseñanza de las aulas con lo que los alumnos aprenden cotidianamente fuera de ellas? Cada lector puede agregar su propia pregunta.


Además, es importante recordar que la educación no es un hecho aislado. Forma parte de lo que Jaime Barylco, cuando habla de valores, llama "tejido social". "Los valores son aquellos elementos que constituyen la trama de la existencia de una sociedad". Trama en el sentido textil. Cada valor es un hilo, y a medida que se van rompiendo los hilos llega un momento en que la trama social se deshace. 


En Educación se suman varios factores: los maestros no son respetados; día tras día les agregan nuevas funciones para las que no están preparados ni les corresponden; luchan por aumentos miserables de sus sueldos en tratativas que duran meses, mientras políticos multiplican escandalosamente sus haberes en una sola sesión. Y a un docente no respetado y mal pagado, que piensa continuamente en cómo subsistir, no se le puede exigir mucho. ¿Se habrá roto el hilo de la Educación en la trama social argentina?


El panorama de esa trama se completa con los hechos sociales y político-económicos y aquí entran en acción los últimos cinco saberes que menciona Morin. Incluyen y van más allá de los contenidos de las materias que se estudian y, a pesar de los hechos negativos que he señalado, nos muestran salidas, caminos positivos por andar. Es por eso que a la segunda parte de este artículo, a publicarse mañana martes la he titulado: "La educación actual: Optimismo".



David Schabelman, Arquitecto. Profesor Emérito (UNSJ). Especialista en Docencia Universitaria.