Por el Dr. Gustavo Carlos Mangisch
Director de la Maestría de Nuevas
Tecnologías en Comunicación de la UCC.

En San Juan lo sabemos: es cierto que en materia educativa estamos viajando inevitablemente al futuro, con pasaje de ida solamente. Para argumentar lo que digo, le cuento a los lectores que hace algunos años atrás, hice una entrevista en Canal 7 para la producción televisiva de "El Belgrano Vive", más precisamente, al Capitán Héctor Bonzo, quien fuera comandante del recordado buque ARA General Belgrano, hundido en la guerra de las Islas Malvinas y a varios de los que, milagrosamente, sobrevivieron al ataque de un submarino británico, llamado "Conqueror". Como consecuencia de aquellos reportajes, la Armada Argentina nos invitó a navegar para poder tomar algunas imágenes de la zona del hundimiento del buque. Se embarcó el responsable de la producción con dos camarógrafos. Como era la primera experiencia de nuestro director, la expectativa era notoria. El primer día, debido a la novedad, a la cercanía del continente, y porque navegaban por un sereno Río de la Plata, las actividades previstas resultaron muy animosas. Sin embargo, más tarde, mar adentro, sin la costa a la vista y ninguna referencia conocida, con el buque moviéndose para todos lados, llegó el indeseable mareo. Comenzaron los vómitos y se descompuso de tal forma que no podía mantenerse en pie. La enseñanza es la siguiente: resulta que, en el proceso de evolución, nuestro cerebro adquirió una cantidad de mecanismos que le permiten controlar de forma permanente el espacio que lo rodea. Delicado equilibro, que no siempre es consciente, que si se desarticula por algún motivo nos desestabiliza y desorienta. El cerebro solamente puede ver lo que está preparado para ver. Y esto es, justamente, lo que le sucedía a mi compañero: se habían modificado todas las referencias con que habitualmente se movía y, sin ellas, era imposible orientarse.


Creo que, como mi amigo, la sociedad ha perdido gran parte de "sus referencias". Lo que era claro en otra época ya no lo es y el horizonte (del futuro) se presenta contradictorio y pidiéndonos actitudes para las que no nos preparamos. Por eso la educación enfrenta hoy un enorme desafío.


Siguiendo con el ejemplo, mi amigo, felizmente, al día siguiente logró que el cerebro se acostumbrara a lo nuevo, el cuerpo se estabilizó interactuando con las nuevas variables y logró su objetivo: tomar hermosas imágenes del mar, del cielo y de la navegación. Él seguía siendo él y haciendo lo que mejor sabía, pero fue necesario que su cabeza se adaptara a los cambios. ¿Pasará lo mismo con la educación? Ojalá nos capacitemos para asumir las nuevas exigencias que nos propone la sociedad, mar adentro, y logremos, como en otros tiempos, ser protagonistas determinantes en la construcción de esta nueva época para poner los avances científicos y tecnológicos al servicio de San Juan, del país y del futuro del trabajo.