En nuestra sociedad, la enseñanza de valores morales a niños y adolescentes debería ocupar un lugar preponderante en el esquema de la educación formal.
Si bien es cierto que la familia es considerada la primera responsable en impartir valores y normas sociales, la escuela -en especial el grupo de clase-, es donde se produce la integración de esos valores. De ahí la importancia de la forma en que se aborda esta enseñanza, y los resultados que se obtengan, ya que de ello dependerá que nuestra sociedad cuente cada vez más con individuos que tengan internalizados los valores que los distingan como personas de bien dispuestos a vivir en comunidad.
Hay que tener en cuenta que los valores morales son todos aquellos que llevan al hombre a defender su dignidad de persona. El valor moral conduce al bien moral. El valor moral perfecciona al hombre en cuanto a ser hombre. Vivir en la mentira, hacer uso de la violencia o cometer un fraude, degradan a la persona, empeoran al ser humano, lo deshumanizan. Por el contrario las acciones buenas, vivir la verdad, actuar con honestidad, el buscar la justicia, le perfeccionan.
Dentro de la educación formal, el profesor o tutor es uno de los elementos activadores más importantes para incidir en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los valores.
A los fines de hacer más efectiva la enseñanza de valores, expertos en educación han elaborado estrategias que deberían ser aplicadas en los distintos niveles educativos. Aconsejan acudir a la proyección de películas atractivas para niños y jóvenes que los ayude a observar, comprender y hacer una reflexión crítica y creativa de los valores universales; al cuento, como género literario portador de mensajes formativos que ayude a encontrar los caminos correctos de la vida; y al planteo de situaciones reales en las que los estudiantes respondan espontáneamente que harían ante diversas situaciones que se les plantearan en lo que respecta a la honradez, honestidad, respeto y justicia. Todo esto acompañado de otras actividades evaluativas que ayuden a consolidar el aprendizaje de valores diferenciándolos de lo que son los antivalores.
Fortalecer esta enseñanza es lo que puede llevar a formar jóvenes que contribuyan a cambiar la realidad que estamos viviendo, en la que los códigos sociales están trastocados y en la que necesitamos en forma urgente un cambio que nos ayude a tener la esperanza de un mañana mejor.