Es una perogrullada recordar que la Argentina tiene una de las cargas impositivas más altas del mundo y también que esta enorme presión recaudadora no se refleja en absoluto en una contraprestación distributiva reflejada en el desarrollo del país y menos en la equidad social que presupone volcar esos en una eficiente en la administración presupuestaria.
Esta incongruencia impone la necesidad de una profunda y justa reestructuración de la política fiscal y particularmente del sistema tributario, a partir de una revisión de la generalización del IVA, para que no pague lo mismo el consumidor opulento que el careciente. El gravamen de Ganancias también debe ser revisado para que no constituya un impuesto al trabajo con alcance a los jubilados, y con igual criterio eliminar las retenciones a las exportaciones, fuente genuina de divisas.
Son necesarias las modernizaciones de las obligaciones tributarias con una ecuanimidad que no resienta el flujo de los ingresos públicos, de manera de no desfinanciar al Tesoro, pero sin recurrir al facilismo de las injustas exacciones históricas que han quedado como capas geológicas por las impericias de diferentes gobiernos.
Un claro ejemplo de esto son los llamados ‘impuestos de emergencia”, creados durante las crisis económicas para paliar los gastos de las caídas, pero luego de la recuperación estos impuestos ‘por única vez”, quedan para siempre, igual que las contribuciones municipales y otras obligaciones coyunturales, como los impuestos indirectos, caso del aplicado a los créditos y débitos bancarios -impuesto al cheque-, que además impactan negativamente sobre la bancarización de la sociedad,
Los sanjuaninos soportamos inequidades como las del aporte al Lote Hogar, un programa que ya no existe pero se paga igual, como el Fondo Solidario Hospitatario, y las contribuciones para financiar obras como la línea de 500kW, para citar algunas imposiciones agregadas al consumo eléctrico.
La reestructuración del Estado es una ardua lucha de las nuevas autoridades que se libra en varios frentes para hacer borrón y cuenta nueva frente a la magnitud del gasto público heredado producto del despilfarro del populismo improductivo. El déficit fiscal llevado a niveles superiores al 7% del PBI, no obstante al récord histórico alcanzado por la carga tributaria, mientras se deterioraba el aparato productivo, los servicios públicos y las infraestructuras básicas, indican la prioridad que debe tener la revisión de los impuestos para aliviar el enorme peso que recae en los bolsillos de los argentinos.