Siempre hubo ciertos espacios o lugares tradicionales dentro de un barrio o comunidad que son emblemáticos, dejando huellas en la memoria y se los recuerda con añoranza. Estos poseen ciertas particularidades que lo hacen el centro de los grupos sociales, en los cuales ellos retroalimentan su cultura y sus rasgos identitarios.

Décadas atrás hubo un sitio suburbano en el departamento de Chimbas, con estas características, el cual fue bautizado, no se desde cuando, como "la esquina de lo Guerrero”. El punto en cuestión se ubicaba o se ubica, en la esquina donde confluyen las actuales calles Salta y Neuquén, sobre el lado sureste, aunque espacialmente abarcaba toda la zona circundante, más precisamente las cuatro esquinas. El nombre derivaba de una típico almacén barrial, cuyo dueño se llamaba Francisco Guerrero que ya mencioné en otro escrito. En este lugar había un típico sifón construido de ladrillo visto que revelaba la presencia de una acequia. Una de las propiedades que ostentaba era que justamente frente a este negocio, la gente se detenía a esperar el ómnibus, el único que pasaba por zona (el recordado línea 8), el cual recogía un sinnúmero de pasajeros, continuando luego su larga marcha por la Villa El Salvador, nombre que deriva de don Salvador López Mansilla, quien compró en 1917 este amplio predio a don Vicente Bombichini para luego parcelarlo y comercializar cantidad de lotes. Otra cualidad del sitio la otorgaba una vivienda rústica perteneciente a la familia Ahumada, ubicada en otra esquina, enfrente del almacén. Aquí había un monumental eucalipto cuya sombra acogía a las típicas barritas de jóvenes, quienes especialmente en carnaval chayaban provistos de baldes caseros en horas de la siesta. Además en este punto se instaló en la década del "70 una especie de surtidor comunal que proveía de agua potable a toda la vecindad, justamente porque hasta este punto llegó la ansiada red de agua. Era usual observar cantidad de gente provista de todo tipo de recipientes esperando su turno para atestarlo de agua bebible. Igualmente -sobre la tercera esquina- existía el Cine Neuquén, regenteado por "Tito” Guerrero. Era a cielo abierto, largos bancos de madera y esos proyectores que ya no existen. Este cine durante las noches veraniegas llegó a proyectar hasta cuatro películas. Por último y sobre el sector faltante hubo y aún se mantiene otro famoso almacén que inauguró sus instalaciones durante la década del "60, ésta fue bautizada con el nombre de "El Triunfador”, siendo su dueño don Sixto Díaz, personaje famoso de aquella época, abocado especialmente a la venta de carnes.