La sociedad argentina se pregunta hoy cuál es la ética que rige algunos medios de comunicación. Cabe destacar en términos generales qué entendemos por ética. Es aquella parte de la filosofía que estudia la moral y las obligaciones del hombre. Etimológicamente, Ética deriva de "Ethos" y moral de "Mos". Son sinónimos y ambas significan costumbres.

En un estudio generalizado de los contenidos de medios de comunicación, en especial, televisivos y orales, prevalecen las conductas antiéticas, no ya como algo episódico sino como aquello que con regularidad y demasiada frecuencia aparecen en pantallas, transformándose en un habitual desafío transgresor que no tiene límites.

No es con espíritu moralista que se debe hablar de este tema amplio, vasto, complejo que puede tocar diversos intereses porque muchos livianamente expresan, tanto creativo como informadores "es lo que le agrada al público". Ante ello debiéramos preguntarnos ¿qué se entiende por el vocablo público? En primer lugar, lo público no es lo que se opone a lo privado sino que es el auditorio o conjunto de inteligencias asociadas que actúan de acuerdo con estímulos.

Definir previamente cuáles son las preferencias del público, implica un proceso profundo de segmentación del mercado y de acuerdo con eso un ajuste de la programación para la sponsorización y el rating quizás el enemigo mayor de la ética, el que puede ser dudoso o modificado, tendencioso o hasta mercantilizado.

Ese ataque a la ética y a la moral en forma conjunta es directo y el público desprevenido tiene dos opciones, el "zapping" o el "clic final" con una postura indiferente a los medios.

En el triángulo clásico de la función mediática se ubican tres funciones: informar, formar, entretener. Pero hoy, el orden se ve abruptamente alterado, primero está la función de entretener y la noticia se ha convertido en un show, donde por aplicar el elemento novedad se llega a la inversión más increíble y a la frivolidad más manifiesta; la información ocupa un segundo glorioso puesto y el último, formar, orientar, guiar, son sólo una utopía, pues distorsionan los valores y centran en otros fines los más auténticos objetivos de la existencia humana.

He ahí el vacío abismal que existen entre los medios y la ética y que el hombre sólo llenará con los proyectos que para sí pueda elegir con un espíritu sensible y generoso.