Sin sentido discriminatorio, las vivencias de un niño del Norte, son diferentes a uno del Sur, por ello las cifras de una evaluación varían y tras los fríos cálculos se esconde una masificación que condena por igual a educandos y docentes.

En este país de asimetrías, deben contemplarse distintas situaciones de aprendizaje más allá de los interrogantes, que surjan a partir de un conocimiento global y homogeneizado.

Se pretende un alto rendimiento y si bien la incorporación de la tecnología ayuda a abrir un universo cognitivo interesante, presenta algunas fallas que se dan especialmente en la capacitación de los educadores frente a los desafíos repentinos de la innovación programática. El paso del papel al software es un salto al vacío donde se ve comprendido el binomio protagónico de enseñanza-aprendizaje. El compromiso del docente a veces es menguado por diversas dificultades a las que enfrenta en soledad y sin directivas claras, consistentes ni firmes. Medir la calidad educativa desde un enfoque integral que engloba los números no es del todo acertado, porque compara distintas circunstancias de vida bajo un mismo parámetro.

Si bien los números arrogan cierta luz sobre los déficit, al compararlos desde 2007 al presente, con bajo rendimiento en matemática y lengua, esto no es nuevo. Tampoco en ciencias naturales, porque comparten un nivel de abstracción diferente que supone por parte del alumno y del profesor un esfuerzo desmedido para comprender uno y el otro llegar a clarificar los temas acuciados por el tiempo, los paros, los feriados, la falta de material didáctico en general fotocopiado, el espacio físico reducido, entre otros.

La destrucción de la escuela pública es sistemática no sólo por el aumento de matrícula que obliga a recurrir a institutos privados, lesionando el presupuesto familiar, es una constante. Se observa en el Nivel inicial donde los padres deben pasar noches enteras tratando de inscribir a sus hijos. Los especialistas, ubicados en Buenos Aires, parecen desconocer otros ámbitos, por lo que la tarea de seguimiento debe ser más profunda. De lo contrario la zona Cuyo, que se ubicaría en un puesto medio de eficiencia, no mostraría las excelencias que estudiantes de escuelas estatales han proyectado a través de trabajos con brillantes.

No debe ponerse en duda al sistema estatal sino reflexionar para ir por un camino de verdad, donde no falte la autocrítica y desde el propio territorio hacer un panorama educacional multidisciplinario con luces y sombras, pero también con optimismo y esperanza.