Ya se acerca Navidad y hay mucho para reflexionar y regocijarse por el nacimiento del Salvador, con la esperanza que se renueva y la fe que nos impulsa hacia adelante. Por eso nos preparamos para esta celebración de manera especial con algunos puntos para tener en cuenta.

* Es memoria y esperanza: Día a día se nos acerca la fiesta de Navidad. Jesús que llega a los hombres. Celebrar cada año la Navidad es recordar la venida de Jesús hacen dos mil años pero especialmente tener la expectativa que vendrá a cerrar la historia de los hombres para inaugurar un mundo nuevo. La navidad es memoria y esperanza. Ese Dios del cual hablamos lo celebramos en la noche buena renaciendo en medio de nosotros.
* Adornar el hogar: La Navidad la preparamos con actitudes sencillas sembrando espacios festivos: armar el pesebre en familia ocupando un lugar relevante, el arbolito de navidad, poner guirnaldas en las puertas principales, colgar estrellas, palabras referidas a la paz, esperanza, alegría, decorar las manijas de las alacenas y crear un clima en familia donde se respire un ambiente de paz y felicidad porque Jesús llega al hogar. Hacemos de nuestra casa un lugar de fiesta para tener presente a Dios.
* Asombrarse: Muchas personas esperan la Navidad como una noche cualquiera, tal vez con indiferencia, apatía, sin tener esa sana expectativa de reencontrarnos en familia para sacar una luz nueva que nos ayude a ir siguiendo el cotidiano. Con el paso de los años lo que siempre celebramos puede volverse rutinario. Las personas grandes podemos volvernos insensibles a raíz de las callosidades que puedan estar instaladas en nuestro corazón como si "nada nuevo hubiera bajo el sol”. Pero en cada momento de nuestra vida y en cada Navidad siempre hay algo nuevo y distinto, una brisa nueva que llega a la vida que Dios nos regala. Celebrar es descubrir lo que hay de nuevo en estas circunstancias del aquí y ahora. Ser sabios consiste en ir descifrando el sabor de lo cotidiano escuchando los nuevos sonidos que llegan al corazón. El sabio escucha, medita, relee la realidad con una mirada espiritual en la esfera de Dios.
* Contar a los hijos: Que importante es el espíritu celebrativo. No perder la admiración y la capacidad festiva. Los padres de familias tienen la hermosa oportunidad de contarles a sus hijos el nacimiento de Jesús e ir repasando todos en el corazón a ese Jesús que viene a nosotros. Qué bueno es hacer de los relatos bíblicos simples narraciones a los niños para conversar las cosas de Jesús. Hablamos de todo: política, economía, situación social, pero también hay que hablar de Jesús. Dios siempre hace bien al corazón y a la vida de los pueblos.
* Ser portadores de esperanza: Celebrar la Navidad es volver a creer y ser portadores de esperanza. El mundo necesita portadores de esperanza que ayuden a dar aliento y fuerza a un mundo confuso y caído. La esperanza nos ayuda hacer el puente entre el ayer, el ahora y el futuro, porque es ver lo bueno que hemos sembrado para seguir haciéndolo, y ver en los errores cometidos nuevos propósitos para dar más y mejores frutos. Decía Aristóteles: "la esperanza es el sueño del hombre despierto”. Ese Jesús que viene en cada Navidad es el mismo "ayer, hoy y para siempre” (Hb 13:8). 

Por Fabricio Pons
Párroco de Santa Bárbara – Pocito