Treinta y nueve años transcurrieron de aquel trágico terremoto del 23 de noviembre de 1977, en que nuevamente la tierra embravecida hizo estragos. Fue poco después de las seis de la mañana, cuando un aterrador ruido subterráneo despertó inesperadamente a los sanjuaninos de su apacible sueño. En seguida de aquellos interminables segundos, continuó un impresionante silencio, seguido de gritos, llantos y plegarias, que irrumpieron en aquel fatídico amanecer.

Las noticias decían que el epicentro se localizó en la Sierra de Pie de Palo y la dimensión del sismo era de 7,4 grados (escala Richter) afectando violentamente a los departamentos aledaños, principalmente a Caucete y en menor intensidad a San Martín, Angaco, 25 de Mayo, 9 de Julio y Sarmiento, aunque en toda la provincia se registraron daños y el país casi en su totalidad, incluidos los limítrofes, como Brasil, percibieron el fuerte movimiento. 

Esa jornada la ciudad capital exhibía imágenes imborrables, toda actividad en ella se detuvo. Gente presa de pánico abandonaba sus hogares, especialmente aquellos que moraban en elevados edificios. Muchas de estas familias instalaron carpas a la vera de la Avenida de Circunvalación, pasando varias noches en ellas. Por orden del gobierno militar de entonces, se suspendieron las clases y los comercios cerraron sus puertas. 

La población que tuvo la desdicha de tener familiares en el departamento de Caucete, efectuó una verdadera proeza para poder llegar. El puente de hierro sobre el Río San Juan se había hundido, y sólo era utilizado por ambulancias, la policía, las fuerzas armadas y los periodistas acreditados que llegaron hasta el lugar del hecho. La alternativa fue ir por el llamado "puente viejo" , en Alto de Sierra, pasando por San Martín.

Aquel departamento, horas después del sismo, presentaba imágenes horrendas.
 
A la distancia se veía una espesa nube de tierra que cubría toda aquella pequeña urbe. Enormes y profundas grietas en las calles, bramidos intensos, continuidad de remezones, hicieron de todo aquello algo impresionante, difícil de olvidar. Fue en el edificio de la Municipalidad donde se estableció un hospital de emergencia, ya que la construcción del "César Aguilar" , se dañó considerablemente.

Al día siguiente en DIARIO DE CUYO, el titular principal rezaba con letras grandes: "Muerte y desolación en Caucete, que fue destruida por el sismo" . Y ese mismo día, un jueves 24 de noviembre, el país todo emprendió la ayuda. Desde distintos puntos empezaron a llegar grupos de ayuda, médicos, y todo lo necesario para paliar los efectos de la catástrofe. Aquel día partió de la Base Aérea del Palomar un avión Hércules, rumbo a nuestra provincia, trayendo en su bodega víveres y remedios. A la vez cuadrillas de Vialidad, Agua y Energía y Ferrocarriles, trabajaban sin descanso, tratando de remediar las dificultades materiales más urgentes. 

El saldo de víctimas fatales fueron 65 aproximadamente, de ellos 16 fueron niños. La mayor cantidad se registró en Caucete, pero también hubo -en menor número- en los departamentos aledaños, he incluso en algunos alejados, como Chimbas y Sarmiento. En Caucete se registraron 254 heridos y el 70 % de las construcciones sucumbió, todas ellas de materiales deleznables, como el adobe, palos y cañas. Se calcula que en total, 10.000 familias quedaron sin techo. 

Pero los daños no se agotan con estas cifras. El aparato productivo se vio seriamente dañado por un fenómeno conocido como licuefacción, esto es que de las grietas producidas brotó agua, mezclada con fango y sales, conformando un componente nocivo para las áreas cultivadas. Asimismo la red de riego sufrió graves daños, con kilómetros de canales destruidos. Además en la zona del desastre, la red vial y la ferroviaria colapsaron, produciéndose algunos descarrilamientos. A esto hay que sumar los deterioros de la red eléctrica y telefónica. 

A posteriori, los estudios señalaron que las pérdidas materiales en toda la provincia totalizaron alrededor de 200 millones de dólares. 
  
Edmundo Jorge Delgado, Magister en Historia.