Al presente siglo se lo considera como el de la universidad, por el valor que las casas de estudios superiores, privadas y estatales, están dando a ese nivel de instrucción para sus recursos humanos.
Alieto Guadagni, integrante de la Academia Nacional de Educación, ha llegado a la conclusión de que en los últimos tres siglos hubo diferentes etapas respecto de los niveles de educación. Así, el siglo XIX fue el de la escuela primaria, por el desarrollo alcanzado durante ese período por ese nivel de instrucción, mientras que al siglo XX se lo consideró como el de la educación secundaria, al convertirse en un requisito imprescindible contar con estudios secundarios para ocupar cargos de relevancia en cualquier ámbito.
De esta forma, transcurrida la primera década del siglo XXI, los requerimientos de la sociedad están cambiando y en la actualidad es casi una exigencia contar con un título universitario o de nivel superior para obtener un empleo, hacer carrera u ocupar cargos jerárquicos.
Está comprobado que en los países más avanzados el 40% de los jóvenes que trabajan o aspiran a conseguir un empleo tienen títulos universitarios. Dentro de Latinoamérica, Cuba es el país con más jóvenes universitarios, con un 21 por ciento. Lo siguen Brasil, con el 19%; Chile, con el 15% y en cuarto lugar está la Argentina, con el 14%.
Las diferencias que existen entre estos países respecto a la forma en que se imparte la educación universitaria es lo que va marcando la diferencia. Uno de los aspectos que deriva en el escaso porcentaje que tiene nuestro país de jóvenes universitarios está dado para la falta de exigencia en los niveles anteriores inmediatos y del control o evaluación de conocimientos a la hora de emprender una carrera. Esto ocasiona un elevado porcentaje de abandono y consecuentemente que el número de egresados sea muy reducido.
La falta de una preparación adecuada para encarar estudios superiores está conspirando seriamente con la producción universitaria, derrochando en muchos casos esfuerzos y recursos que deberían ser mejor aprovechados, para obtener una mayor cantidad y mejores profesionales.
Es necesario un replanteo de esta situación, por parte de todos los niveles de la educación para asegurar un resultado óptimo que propenda a una formación universitaria de excelencia y que coloque a la Argentina nuevamente en los primeros lugares respecto de la producción de intelectos, tan necesario en el mundo globalizado de la actualidad.