Corría el año 1813 y la Asamblea General Constituyente y Soberana decidió buscar un literato para gestar una canción que describiera con ímpetu la epopeya revolucionaria. La que había batido a los españoles en Tucumán y Salta, en el Alto Perú, en San Lorenzo y en la Banda Oriental.


El 6 de marzo se convocó a don Vicente López y Planes, delegado de la Junta que ya había realizado en 1808 "El Triunfo Argentino'', una obra literaria dedicada a las tropas que vencieron en las invasiones inglesas. También invitaron a Fray Cayetano Rodríguez, autor de otros cantos patrióticos.

Hoy los argentinos celebran el Día del Himno Nacional

Cuenta su nieto, Lucio V. López, que para principios de mayo (dos meses después), no había podido esbozar nada todavía que fuera digno de la empresa que se le había encargado. Varias veces ensayó sobre el papel dos o tres estrofas y luego lo arrugaba con fuerza. Golpeaba la mesa y arrojaba la pluma descorazonado. Sin ánimo y rendido, desfallecía y la humedad de la ciudad de Buenos Aires sólo acentuaba su laxitud.


La noche del 8 de mayo, el poeta decidió ir a una representación teatral. Se puso su frac de grandes cuellos y solapas, abierto sobre la esponjada pechera de valencianas. Se cubrió con su capa roja y atravesando la calle solitaria del Perú, casi oscura entonces y con no pocos pantanos, llegó a la puerta de la "Casa de Comedias''. Se daba esa noche un drama francés "Antonio y Cleopatra'', que curiosamente comienza con "La Marsellesa''. El poeta ocupó un modesto lugar en el patio del teatro. En aquellos días, el teatro era la fragua del entusiasmo en el que se templaban los patriotas. Todos los pasajes patrióticos del drama se aplaudían fervorosamente. Al final del 2º acto salió del teatro con el cerebro ardiente, el corazón palpitante y el pecho henchido de inspiración. Puede decirse que el himno había nacido desde aquel momento.


Por la calle, a paso acelerado procura llegar rápido a su casa porque las estrofas, una detrás de otra se amontonaban en su mente buscando una hoja donde plasmarse. Llegó a su casa cerca de las diez de la noche y encendió el quinqué (su familia dormía). Allí, sobre una pequeña mesa de caoba de abrir, una a una cayeron las octavas que se convertirían en nuestra canción patria. López no durmió aquella noche; leyó y releyó sus estrofas apasionado. Al día siguiente buscó a sus amigos Esteban de Luca y Juan F. Paso y les leyó el borrador arrancando de ellos las primeras lágrimas. El 11 de mayo se presentó ante la Asamblea General Constituyente. Allí, tras ser aplaudido de pie, Fray Cayetano Rodríguez declaró que no presentaría el suyo, porque en su opinión "debía sancionarse por aclamación el que acababa de leerse''. Según una de las versiones, el 14 de mayo de 1813 en una tertulia organizada por doña Mariquita Sánchez de Thompson, se cantó por primera vez la versión recientemente musicalizada por el catalán Blas Parera. A esta versión se le llamó "La Marcha Patriótica'' (Con el tiempo Himno Nacional Argentino).