La información es el eje de la vida humana, tomada desde el perfil del conocimiento útil y como herramienta para el progreso y la proyección de un pueblo. No se trata de la información vana e inútil sino exacta, oportuna y veraz. El turismo es la industria de los servicios y por excelencia de la hospitalidad.

Centros de información estratégicos, bien situados en los puntos nodales de la ciudad y de los departamentos formarían un circuito de comunicación interesante y saludable que ayudaría a conocer más y en forma integral a nuestra provincia. Se trata de formar promotores turísticos que ayuden a través de la idoneidad, la buena dicción, la orientación y los elementos que proporcionen el estudio del terruño, un panorama vivaz y ameno del territorio en el que se hallan los visitantes, muchas veces a la deriva y desorientados.

La provisión del material de folletería debe ser colorido, profusamente ilustrado y nunca erróneo, porque la precisión geográfica es un puntal para que el viajero encuentre la belleza del suelo sanjuanino en todas sus manifestaciones. Una buena oferta turística siempre empieza por la actitud empática que debe caracterizar a quien informe. El turista es una oportunidad y de la visión que tenga dependerá que retorne o no y convierta a San Juan en su destino turístico predilecto.

El conocimiento no debe ser jamás frío y austero, tan acotado que no informe nada ni tan expansivo que sumerja en un laberinto de datos dispersos a quien lo solicita. Para la tarea se necesita preparación, responsabilidad y un estado emocional de equilibrio que debe agradar por el tono, el gesto, la sonrisa y no caer en vulgaridades.

Formar centros de información no es una tarea imposible ni onerosa. La economía de recursos orientada hacia un buen fin siempre es positiva. Las relaciones humanas y públicas se inician con un entendimiento propicio para el diálogo, el intercambio de ideas, la sugerencia agradable y eso no es una meta imposible ni una utopía. La calidad en la atención al cliente es una regla de oro que en la esfera turística tiene que cumplirse; la puntualidad y el nivel de los servicios constituirán la única verdad a la que el turista no puede resistirse.

La expansión turística tiene por núcleo el conocer al que debe añadirse el saber transmitir. De esas dos normas se inicia el éxito y con ellas se llega a buen puerto.