Un conocido sitio de Internet se refiere a él: "Nacido en un pequeño pueblo del departamento Jáchal, hijo de maestros, estudió en el Colegio Nacional de San Juan y cursó la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba, donde se destacó como presidente de la Federación Universitaria y activista contra la dictadura iniciada en 1943, por lo que fue sancionado con dos años de suspensión como estudiante y arrestado en la Cárcel de Devoto, en Buenos Aires; al producirse el terremoto de San Juan de 1944 fue puesto en libertad e indultado para que prestara atención a las víctimas. Se recibió de médico en 1945; posteriormente se especializó en Cardiología en hospitales de los Estados Unidos, donde residió algunos años...".

Posiblemente, Américo García, con sus apenas 39 años, fue uno de los mejores gobernadores de la historia de esta provincia. Desarrolló una obra pública trascendental: entre muchas otras, proyectó la Avenida de Circunvalación de la Capital, que comenzó a construirse bajo el gobierno de Arturo Illia; construyó el Aeropuerto "Domingo Faustino Sarmiento", 700 kilómetros de caminos, una moderna red de riego en el valle del río San Juan y varios edificios de la capital, como el Hotel Nogaró, el edificio de Obras Sanitarias, el Auditorio "Juan Victoria", la Escuela Industrial y logró la radicación de una fábrica de cemento.

No eran años fáciles aquellos. El país se forjaba a golpes de estado, proscripciones y egoísmo. Los gobiernos no podían estructurar mayorías reales, ausente o condicionado el peronismo. Este contexto continuó hasta 1982, en que asume Raúl Alfonsín, con un caudal indudablemente legitimante de apoyo popular. Sin embargo, esto no fue obstáculo moral ni político para que debiera dejar el poder muy pocos meses antes de cumplir su mandato.

Los vicios autoritarios o desestabilizantes de un país que está aún en deuda con la democracia y la República, nos traspasan, nos denigran, nos avergüenzan. Y no es insensato sospechar que, aún luego de tanto dolor injusto que nos descalifica ante el mundo civilizado, haya grupúsculos (no tan pequeños), que sigan pensando que lo que se pierde en las urnas se puede recuperar con acosos sociales, permanentes complicaciones a la vida pública en las calles, amenazas de paros, imágenes de helicópteros que ya se llevaron presidentes y otras barbaridades.

Aún hay gente a la que no le duele el atraso y la perversión de los golpes, estimado don Américo García. Aún hay quienes, querido coterráneo, quieren seguir viviendo en la barbarie que combatiera el gran Domingo Faustino Sarmiento y otros prohombres, si ése es el precio que se deba pagar cuando se pierde una elección o no se está de acuerdo con quien gobierna.

Miro hacia atrás y allá en polvorientos caminos de su Jáchal natal veo deambular tan sola su respetable sombra, don Américo García. Pero, no desespere, el veredicto de la historia suele ser inapelable.