Ya Aristóteles, en los años 300 AC, describió un conjunto de reglas que explicaban el mecanismo mediante el cual la mente humana obtiene soluciones racionales frente a los problemas. En 1315, Ramón Llull pensó que el razonamiento podía efectuarse en forma artificial. Y en 1936 Alan Turing diseñó formalmente una máquina para implementar un cómputo definido y otros investigadores desarrollaron programas para resolver teoremas matemáticos.


El Término Inteligencia Artificial lo usó John Mc Carthy en 1956, durante una conferencia, previendo que en los 10 años siguientes habría muchas novedades relacionadas con la capacidad o ingenio de hacer programas de cómputos inteligentes. Pasaron esos 10 años y sólo se ideó un programa para leer oraciones en inglés e interpretarlas y algunos sistemas que ayudaron a los químicos a hallar fórmulas complejas y a los ingenieros y científicos a resolver ecuaciones. El término y las ideas prácticamente se abandonaron hasta que se logró dar con programas que fueron de gran ayuda, en el diagnóstico y tratamiento de infecciones de la sangre. En 1997 Gari Kasparov, campeón mundial de ajedrez, pierde ante la computadora autónoma Deep Blue. Se entiende, entonces, que se pueden diseñar programas de computación que pueden realizar tareas propias de la inteligencia humana.


La Inteligencia Artificial se define, por lo tanto, como la que exhiben algunas máquinas dotadas de programas de computación, que les permiten actuar de un modo semejante a los seres humanos. También se la llama Inteligencia Computacional. A fines de la primera década del siglo XXI, su uso se extiende en industria, medicina, ingeniería y videojuegos. Aparecen sistemas inteligentes terapéuticos que permiten interactuar con niños autistas, detectando sus emociones. Mediante programas, se controlan planificaciones automáticas, se responden consultas de consumidores y se reconocen escrituras, habla y patrones.


Se puede decir que hay dos categorías de Inteligencia Artificial. Una aplicada a la búsqueda heurística, entendiéndose por Heurística la estrategia que facilita la búsqueda de soluciones, ante grandes espacios de problemas. En este caso quizá no halle la solución más adecuada, pero siempre brindará una buena solución. Y la ventaja es que cuando el problema vuelve a plantearse, la búsqueda heurística muestra o sugiere la forma de resolverlo.


Otra categoría de Inteligencia Artificial busca conocimientos. El conocimiento está representado por medio de datos, que la máquina maneja, manipula e interpreta. Los programas cuentan con gran modularidad, la que les permite tomar decisiones hasta el último momento del desarrollo del programa. Empiezan manejando listas y bases de hechos, luego gráficos y programas que a su vez comprenden otros programas y pueden modificarlos. En la práctica, estos programas informáticos son muy efectivos. Han vencido a los campeones de juegos como Jeopardy y Go. Y en Cibernética, pueden cambiar la velocidad o dirección de un misil, recurriendo a parámetros que marquen la posición y velocidad en cada instante respecto al objeto a alcanzar con más eficacia que un ser humano. O sea en los campos donde hay consenso en el significado y medición de los parámetros, la Inteligencia Artificial es muy eficaz y se ha desarrollado extraordinariamente. Tal es el caso de la física, la medicina, minería de datos, mundo virtual, robótica, videojuegos, lingüística computacional, Industria, Cibernética y en sistemas basados en la autorregulación. Y hoy en día, la inteligencia artificial, es inseparable de la conducción autónoma de vehículos y se espera que en 10 o 20 años sea la movilidad más común.


Cuando no hay consenso y se discuten conceptos etiológicos sobre los que la Inteligencia Artificial debe actuar, como en psicología y sociología, el desarrollo es menor. En el caso de los robots siguen siendo racionales y tienen motivaciones que les permiten ejecutar intenciones, pero no sienten emociones. La eficacia, en estos casos, sigue siendo responsabilidad humana.



María Antonia Sansó, Licenciada en Bioquímica.