Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso. Esta frase que se le atribuye a Camus, novelista y ensayista francés, que algunos desmienten pero no por ello deja de ser de una verdad tangible.


La crisis que el mundo está atravesando con el Covid-19 es de tamaña importancia que nos involucra a todos, no existe lugar que este virus no haya cundido. Todos esto inculca en cada uno de nosotros alarma, temor, miedo y la urgente necesidad de saber más sobre lo que nos está pasando y cómo solucionarlo. Es en ese preciso momento que se cae en errores en procederes cotidianos, en actitudes humanas. Quizás influenciado como integrantes de una época denominado posmodernismo que mediante el concepto de Bauman tiene como eje a la sociedad líquida, donde predomina un individuo o millones de ellos, que con intereses puramente individuales, sin otro valor que lo económico, se reúnen en grupos sin importarle realmente cuánto le puede afectar al que lo lee, hoy es una realidad innegable. Esas cuestiones dan una clara redireccionalidad de las acciones humanas en forma concreta, en esos grupos todas la personas son un recipiente vacío que necesita llenarse con noticias, tratando de comprender lo que pasa en la realidad, y otros ubicados como emisores irresponsables de juicios de valor sobre cualquier tema como por ejemplo la justicia, la sanidad social, el accionar político, policial, etc. El que juzga ahí se cree una persona dueña de una verdad absoluta, incólume ante la corrupción y burdo arreglador de todo lo que se refiere al mundo mismo.

"La solución pasa por dejar de ser un eslabón más de una cadena perversa, cortando la transmisión de algo que no sabemos cierto".

Situémonos en San Juan, cuando ante la aparición del primer infectado, inmediatamente los medios de comunicación montaron un escenario grotesco. Muchas personas no sólo agredían con insultos a la enferma, sino que también se llegaron a materializar hechos delictivos. Luego se pudo ver un cartel que alguien puso frente a la casa de esta persona, ya recuperada, dándole la bienvenida, y miles personas poniendo "Me gusta" en las redes sociales. Todo esto es tan espantoso que nadie se preguntó sobre el daño psicológico que le causaron a esa mujer. En definitiva, la irresponsabilidad no solo pasa por no cumplir con las normas de higiene básicas, uso de barbijo y lavado de manos, sino también compartiendo mensajes mentirosos que dañan a otras personas.


La solución pasa por dejar de ser un eslabón más de una cadena perversa cortando la transmisión de algo que no sabemos cierto, teniendo en cuenta que quien la generó no le interesa nada de la integridad física, ni la salud mental de nadie. No solo no le importa a quien señala, tampoco le interesa nada de quien la retransmite, espanta el horror de su alma.

Por Osvaldo Olmo Gómez
Profesor Agropecuario