Desde la década de 1980 la OEA pide y exige esfuerzos para que los trabajadores durante los períodos de descanso gocen de bienestar como también durante las jornadas laborales. Es así que en muchos países, en la actualidad, incluyendo Argentina, vienen desarrollando líneas de trabajo con equipos interdisciplinarios, sobre todo con psicólogos y sociólogos, para entender y detener el significativo avance del acoso laboral o mobbing, no sólo en las empresas u organizaciones privadas sino también en el ámbito de las administraciones públicas estatales, dados los daños que provoca, no sólo en el aspecto psicológico y físico de quienes lo padecen sino también en el rendimiento de las labores asignadas. Estudiosos, como el sueco Heinz Leymann o la francesa Marie-France Hirigoyen, han realizado un sinnúmero de ensayos con conclusiones que nos ayudan a comprender y prevenir este flagelo en la empresa moderna y en el ámbito de la administración estatal. Podemos definir el mobbing como "un conjunto de prácticas constantes en el tiempo, orientadas al asedio y acorralamiento injustificado del empleado". Por lo general estas prácticas se dan en los superiores jerárquicos a sus inferiores (bossing), la agresión de grupos de inferiores a sus pares o también, aunque en pocos casos, de grupos de inferiores hacia sus superiores. El acoso aterroriza progresivamente atacando la autoestima, impulsando el desarrollo de sensaciones de desprecio y desánimo que conducen usualmente a distintas enfermedades. En los casos más graves esta violencia psicológica empuja a la víctima a formas de agresiones físicas e inclusive a quitarse la vida, en algunos casos extremos y ya comprobados. En diferentes países, las demandas por acoso laboral vienen en franco crecimiento desde hace varios años. Inclusive en nuestro país es muy conocido el fallo de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo (año 2012), condenando a la empresa Galeno Argentina SA, a indemnizar a un trabajador que se consideró despedido como consecuencia directa de Acoso Laboral.


Se identifican diversas manifestaciones típicas, entre las que se cuentan los insultos y gritos a las víctimas, la asignación de trabajos imposibles de cumplir, la sobrecarga o exigencia laboral selectiva, la presión desmesurada, la asignación de tareas rutinarias y carentes de valor, el trato discriminatorio, la exclusión de prácticas grupales, entre otros indicadores. Los acosadores son personas inseguras que eligen a sus víctimas porque piensan que son una amenaza para su carrera profesional. Mediante el acoso intentan acabar psicológicamente con la víctima y esconder su propia mediocridad, convirtiendo a la víctima en el chivo expiatorio a quien culpar por los problemas de la organización. Normalmente, el acosador es un jefe o superior, apoyado por varios seguidores. En otras ocasiones, el acoso viene de compañeros del mismo nivel e incluso hay un 4% de casos en los que el mobbing procede de un subordinado hacia un superior. Aunque no se da en todos los casos, es frecuente encontrar en los acosadores trastornos psicológicos o personalidades problemáticas. Detrás de su necesidad de control y destrucción, pueden encontrarse personalidades con rasgos paranoides, narcisistas o antisociales. 


Los acosadores suelen vivir gracias a lo que los demás hacen por ellos. Suelen buscar parejas de las que puedan vivir y en el trabajo suelen conseguir engatusar a la gente para que haga las cosas por ellos. Buscan un estilo de vida alto y hablan siempre de personas importantes con las que se relacionan (ya sean reales o imaginarias). El acoso laboral, en definitiva, encuadra dentro del muy genérico pero significativo abanico que integran las denominadas enfermedades del poder. 

Acoso premeditado

El acosador no ataca de forma aleatoria, sino que todo el proceso de acoso ha sido premeditado. Para ello, primero estudia y evalúa a su posible víctima, después manipula el entorno y, por último, una vez está seguro, comienza la fase de confrontación. Algunos teóricos sostienen con énfasis que estas prácticas canalizan y satisfacen tendencias psicopáticas.



Jorge Reinoso Rivera
Periodista