En relación a la reciente recordación del 9 de julio de 1816 nos remontaremos a esa fecha ocurrida hace 202 años, en una tarea que no es nada sencilla. Para esto se exige el esfuerzo no tan sólo de ubicarse en aquella época, sino que requiere además pensar de la misma manera de esos hombres que hicieron grande a nuestra patria. Porque si en 1810 la patria nació bajo el principio rector de nuestros próceres de constituir la Nación, 6 años después, en 1816 las circunstancias de la política siempre dinámica, habían cambiado sustancialmente. De manera que para juzgar imparcialmente y en su justa medida hechos que acontecieron hace más de 200 años, y no caer en corrientes historiográficas que podrían desvirtuar lo ocurrido, es necesario conocer en profundidad no solamente la situación imperante en el lugar en que se realizaron, sino también en el exterior, es decir, trasladarnos a través del tiempo a esos años y no traer dichos acontecimientos a nuestros días. De esta manera, y en este caso particular, comprenderemos en toda su magnitud este 9 de julio que hoy nos convoca. En Europa la situación política imperante había sufrido modificaciones que hicieron variar los acontecimientos durante los primeros meses de 1814. Con la vuelta de Fernando VII al trono de España y la abdicación de Napoleón, se desvanecían los sueños fundados en la renovación de las instituciones políticas, por obra del imperio liberal que alentaban muchos de nuestros patriotas, y desaparecía también la causa confesada de la revolución americana, combinación de lealtad a la corona y la resistencia a seguir la suerte de la península. Por otra parte, en el país, la renuncia de Alvear, arrastró la disolución de la Asamblea del año 13, que es liquidada formalmente por el Cabildo de Buenos Aires, el 15 de abril de 1815. Así las cosas, las Provincias Unidas quedan sin gobierno. Por ese motivo el Cabildo de Buenos Aires reasume la autoridad soberana que esgrimía desde 1810. Con estos antecedentes inmediatamente en el tiempo, el Congreso de Tucumán debía iniciar sus sesiones en los momentos más críticos y amenazadores para la suerte de los revolucionarios americanos.

"El Congreso de Tucumán significó la aproximación hacia una de las primeras nociones del federalismo, un tema que resultaría fundamental para todas las provincias...''

Con todo ese clima, el 24 de mayo de 1816, el célebre Consejo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declara la independencia de las Provincias Unidas de Sur América. El 9 de julio de 1816 se presenta como primer asunto, el de la Libertad e Independencia, moción que resulta aprobada. Hay que tener en cuenta que esta declaración otorgaba estado legal a una situación de hechos ya existentes y que respondía al generalizado anhelo de los pueblos. Ello prueba también el cambio de espíritu provocado por la restauración española en el énfasis con que se habla en América y los americanos, por oposición de los europeos. De esta manera, la guerra iniciada como una simple discordia civil, se transforma en una lucha continentalmente americana. Nadie podrá decir hoy a más de 200 años del Congreso de Tucumán, negar que su influencia fue fundamental para establecer un nuevo concepto en materia de libertad e independencia que nos permitiría desprendernos en forma paulatina de la dominación española, y daría paso hacia la formación de una identidad particular no tan sólo en el continente, sino en nuestro propio país.También debe reconocerse que el Congreso de Tucumán significó en aquel momento, la aproximación hacia una de las primeras nociones acerca del federalismo, un tema que resultaría fundamental para todas las provincias y que a partir de allí, algunos años después, lamentablemente nuestro país desandaría una historia que estuvo signada por grandes enfrentamientos y desencuentros.


Hoy, a tantos años de aquel hito en la historia nacional, necesitamos que los hombres y mujeres de nuestro país día a día con su esfuerzo cotidiano, mantengan siempre en alto los preceptos de aquellos preclaros varones reunidos en el Congreso de Tucumán.

Por Carlos R. Buscemi   Escritor