Tras una visita a Puerto Rico en la que entrevisté a mucha gente "incluyendo al gobernador de la isla y a la alcaldesa de San Juan'' sólo puedo concluir lo siguiente: la aseveración del presidente Donald Trump sin citar ninguna evidencia de que la cifra de casi 3.000 muertos tras el huracán María es un invento de "los demócratas'' es una de las mentiras más grandes que jamás le escuché decir a un presidente de Estados Unidos.

La memorable foto en la que Trump tira rollos de papel toalla a los damnificados.


 

Trump tuiteó el jueves que "3.000 personas no murieron en los dos huracanes que golpearon Puerto Rico'', y que la cifra real no era mucho mayor a las 6 a 18 víctimas reportadas inicialmente. Refiriéndose a la cifra total, él agregó que "esto fue hecho por los demócratas para hacerme quedar lo peor posible''.


Días antes, ante una avalancha de críticas de que su administración le había dado la espalda a Puerto Rico tras el huracán María, Trump había dicho que su manejo de la asistencia después del huracán había sido "un gran éxito''. Pero en una visita reciente en la que entrevisté a mucha gente, no pude encontrar a nadie que estuviera conforme.


La mayoría de los puertorriqueños con los que uno habla en la calle están enfurecidos por la aseveración de Trump durante su visita a la isla tras el huracán. De hecho, un estudio de la Universidad de Harvard publicado en mayo estimó el número de muertes en 4.600, y un estudio más reciente de la Universidad George Washington, cerca de 3.000.


Hubo muchos síntomas de negligencia, desorganización e ineptitud de Trump en su respuesta al huracán María. Mientras que visitó Texas sólo 4 días después del huracán Harvey y viajó a Florida apenas 4 días después del huracán Irma. Sin embargo tardó 13 días en llegar a Puerto Rico, después de que María golpeara la isla. En este marco se dieron las críticas de Trump a los jugadores de la NFL que se habían arrodillado en señal de protesta durante el himno estadounidense y la escena en la que lanzó, en broma, rollos de papel toalla a las víctimas del huracán. Muchos puertorriqueños lo tomaron como ofensivo en un momento en que mucha gente moría por falta de electricidad en los hospitales.


Después de la visita de Trump a la isla, las cosas no mejoraron mucho. A un año de la catástrofe Puerto Rico, todavía está recuperándose.


Cuando arribé a San Juan tarde a la noche, gran parte de la avenida Baldorioty de Castro, que conecta el aeropuerto internacional con la ciudad de San Juan, estaba a oscuras. Aunque la mayoría de las casas de la isla ya tienen electricidad, todavía hay apagones frecuentes. Y varios hospitales en el interior aún no tienen generadores. El éxodo masivo de puertorriqueños hacia el continente se ha intensificado.


La opinión más generosa que escuché durante mi visita aquí sobre la ayuda de Trump tras el huracán María vino del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló. Dijo que la ayuda del gobierno federal tras el desastre de Puerto Rico fue "un proceso inexplicablemente lento'', pero se cuidó de no culpar personalmente a Trump.


Algunos dicen que Rosselló evitó criticar personalmente a Trump porque temía que hacerlo pudiera desatar la ira del presidente y frenar la ayuda federal a la isla.


La historia dirá si la respuesta de Trump al huracán María fue el resultado del racismo, de la negligencia o de la ineptitud. Pero está claro que por la lentitud de su reacción no se lograron salvar miles de vidas. Trump debería ser hecho responsable de cada una de esas muertes.