La búsqueda de los conflictos tiene caminos insondables, laberintos en los que se cruzan palabras, expresiones y acciones que nada tienen que ver con la realidad ni con el sentido común. Son estrategias que se elaboran al margen de la lógica y de la realidad, para ser utilizadas -casi siempre-, en beneficios individuales.
El reciente entredicho entre la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner y la Corte Suprema de Justicia, reveló algo de lo antedicho además de dejar un sabor amargo a quienes creen en la libertad, la democracia y en el basamento de la república. En la ciudadanía surgen interrogantes cada vez mas preocupantes, porque se trata de reacciones intempestivas donde debe primar la mesura y el diálogo. ¿Puede ser que tanto el oficialismo, la oposición y diferentes sectores de la vida nacional quieran tener siempre la última palabra, aunque ésta no se vincule con la verdad?
A nadie que anteponga la moderación del lenguaje a la polémica pública, se le hubiera ocurrido vincular el significado de la palabra "mensura" con el de "censura". Esta extraña actitud se suma a otras que parecen ignorar la igualdad ante la vida y ante las leyes de todos los ciudadanos del país. En realidad, la Argentina necesita salir de la crispación política -generada a veces desde el poder- y entrar en un derrotero de tranquilidad que permita entender lo que pasa y programar con sensatez lo que haga falta para los distintos sectores sociales.
Por ello, los significados de "mesura" y "equilibrio" se ajustan a la realidad. Sin la medida de las cosas, sin el límite a respetar en cada situación no hay mesura y ello hiere profundamente a muchas instituciones y a muchos ciudadanos.
Y es el equilibrio del Estado el que necesita un país cuando fuerzas encontradas intentan obrar destruyéndose mutuamente. Y, si hay dudas volver a las historia de acontecimientos no lejanos que hirieron profundamente a la sociedad.
Nos identificamos con la expresión de la Corte Suprema de Justicia, que intentó de una manera veraz ayudar a recuperar dones que parecían haberse perdido. No se puede vivir permanente entre conflictos ni en las situaciones que éstos despliegan. Se debe respetar para ser respetado en una trama social algo complicada como la actual.