Tal vez resulta poco ortodoxo hablar de "movida espiritual'' para un fenómeno que crece, pero como la frase tiene un matiz claramente juvenil y estos mensajes persuasivos de "difusores espirituales'' de ideas renovadoras van dirigidas en particular a ese sector, el término resulta apropiado.

De eso se trata pues, de movilizar, provocar, incitar a la libertad extrema marcada solo por la idea omnipotente de un panteísmo universal de creerse dioses, genios. Nadie es un superhombre pero sí con tesón, voluntad y fe en las propias fuerzas se puede salir de toda situación conflictiva, sin necesidad de presuntos "conductores espirituales''. Aquí la palabra adquiere un poder mágico que seduce, motivando un seguimiento a ciegas donde hay espacio para muchas dudas, junto con la propaganda encubierta de libros y otros objetos que dan sostén a la ideología que aparece asistemática pero lleva toda una estructura con fines bien marcados: en no pensar para meditar sólo en lo que ellos proponen.

Existen los formadores tradicionales que no deben ser dejados de lado en la proyección de la persona humana, la familia, la escuela, la sociedad, en el marco de la socialización y la integración.

Si tras los mensajes de paz, de bondad y de superación se esconden otros invisibles; pero seductores la no violencia queda reducida a un mero vocablo. Aprender a pensar y actuar en consecuencia a la luz de nuestras vivencias particulares creando seres independientes pero incluidos en el ambiente social debe ser una premisa que no hay que olvidar.

El camino es la impronta que cada individuo quiere dejar en la vida y la manipulación mental nos subordina a imágenes e íconos que en definitiva no resuelven nada.