Hugo Chávez, presidente de Venezuela desde hace 14 años y uno de los más carismáticos dirigentes de Latinoamérica, ha fallecido apenas tres meses después de superar su mayor reto electoral, desde que asumió el poder en 1999, al obtener un cuarto mandato. Como líder en un Gobierno absolutamente centrado en su persona, los votantes le mostraron otra vez su confianza el pasado 7 de octubre al reelegirle para un nuevo periodo de seis años más.

Afirmó en una ocasión que su sueño era liderar su "revolución bolivariana” hasta 2031, pero siempre le restó importancia a su enfermedad. Ni siquiera pudo ser investido para el mandato de 2013-2019, ya que el 11 de diciembre se sometía en La Habana a una cuarta operación contra el cáncer. Finalmente, y pese a las protestas de la oposición, se decidió que no era necesaria su presencia para asumir la presidencia y su Gobierno "juró” el cargo ante la ausencia del líder.

Ajeno a quienes le llaman déspota, tirano o populista, se consideraba protagonista de una segunda independencia de Venezuela, cuya riqueza petrolera le permitió financiar millonarios programas sociales dirigidos a las clases populares, calculado entre 5.000 y 10.000 millones de dólares por año. También le ha permitió forjarse un liderazgo en América latina y el Caribe, vendiendo petróleo en condiciones preferenciales a países sin recursos energéticos y brindando pingües negocios a sus aliados. Lideró la oposición a Washington en la región y se convirtió en el gran defensor y sustento de Cuba.

Ahora lo que manda la Constitución es convocar a elecciones presidenciales en 30 días.

Chávez ha dejado tras de sí una crisis general en todos los ámbitos de la vida de los venezolanos, divididos y en lucha fratricida por el poder. Para comenzar, la economía precisa ajustes ineludibles, debido a su elevado déficit fiscal, inflación y deuda pública. En lo político, su ausencia deja aflorar las profundas divisiones y enfrentamientos contenidos en la base del partido por la figura carismática del fundador.

En una Venezuela sumida en la incertidumbre podrían reforzarse las tensiones entre quienes se han acostumbrado a obtener réditos del clientelismo político y una oposición que, aunque debilitada, podría aprovechar el vacío de poder para volver a presentarse como alternativa.