La pornografía es una industria millonaria que vende sexo cosificando, envileciendo al hombre y a la mujer. Es explotación de los seres humanos. Suele estar relacionada con negocios basados en la violencia, venta de sustancias psicoactivas, producción y comercialización de artículos sexuales, explotación sexual como la prostitución y, en el caso de los niños, el constreñimiento, inducción y estímulo a la prostitución, el turismo sexual y la trata de personas. Se estima que en toda la red existen 27.000.000 de pedófilos o pederastas. Cifras proporcionadas por UNICEF muestran que al menos un millón de niños son fotografiados y filmados anualmente para satisfacer una demanda que genera entre 2.000 y 3.000 millones de dólares al año. Todos los niños y adolescentes están expuestos a ser víctimas de la pornografía, independientemente de su condición social y económica.

La pornografía produce en los niños la sobre estimulación sexual, ya que no están, ni física ni emocionalmente, en capacidad de recibir estímulos eróticos que exceden su desarrollo psicosexual y social.

Sin embargo, hay un grupo que está en mayor riesgo por su vulnerabilidad social (viven en la calle, carecen de un sistema familiar efectivo, trabajan en situaciones de alto riesgo, consumen drogas o son víctimas de otra modalidad de explotación sexual). Su utilización en la pornografía retroalimenta y refuerza esa condición de vulnerabilidad. La producción, distribución, tenencia y utilización de pornografía infantil implica la conversión de los niños, de la infancia misma, en objeto sexual comercial. Difundir de manera irrestricta imágenes, fotogramas y textos relacionados con pornografía infantil, constituye una vulneración de sus derechos. Al presentar abiertamente la violencia sexual contra los niños en un medio masivo de comunicación, se promueve la tolerancia social frente al abuso. De esta forma aumentan las probabilidades de abusos sexuales en la realidad. No es extraño, como ejemplo, el caso de adolescentes expuestos a imágenes pornográficas quienes posteriormente han abusado sexualmente de sus hermanos o hermanas menores. Así mismo, se contribuye al proceso de sedimentación social de la violencia. En consecuencia, la pornografía infantil contribuye a borrar los límites éticos del respeto a la dignidad de las personas y en particular de los niños, cuando pretende legitimar su cosificación y comercialización; al mismo tiempo, va en contra de los principios del Estado Social de Derecho, consagrados en la Constitución Nacional y las leyes. Físicamente, los niños utilizados para producir material pornográfico están en alto riesgo de adquirir diversas enfermedades de transmisión sexual, VIH/Sida; por otra parte, el riesgo de embarazos no deseados y precoces es mayor, así como el aborto.

Por Rolando Chiffel
Periodista especializado en Derechos del Niño