Después de 25 años de consignas ideológicas primero con los gobiernos neoliberales de la década de 1990, y más recientemente con el socialismo del siglo XXI del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez en la década de 2000, los latinoamericanos están hartos de eslóganes. Hay una creciente fatiga ideológica en toda la región, sobre todo en Sudamérica.
En los últimos meses, los votantes en Argentina, Venezuela y Bolivia les han propiciado derrotas a los presidentes populistas, a pesar de que las reglas electorales estaban diseñadas para favorecer al oficialismo. También hay indicios de que los vientos políticos están cambiando en Ecuador y lo más importante, en Brasil.
En noviembre pasado, Argentina eligió como presidente a Mauricio Macri, un ingeniero de centro-derecha a quien no le gusta promover ningún ‘modelo’ ideológico, y se presenta a sí mismo como un pragmático. Es todo lo contrario de su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner, que aburrió al país con constantes cadenas televisivas en las que denunciaba el capitalismo salvaje.
En Venezuela, a pesar del uso masivo de recursos estatales a favor del oficialismo, la intimidación de votantes y un sistema electoral hecho para perjudicar a la oposicion, la coalición opositora de centro-derecha arrasó en las elecciones legislativas del 6 de diciembre. La oposición ahora controla la Asamblea Nacional, y está evaluando pasos constitucionales para destituir al presidente Nicolás Maduro.
En Bolivia, a pesar del control del presidente Evo Morales sobre casi todos los poderes y buena parte de la prensa, la oposición ganó el referéndum del 21 de febrero. Morales, quien asumió el cargo en 2005, había llamado al referéndum para cambiar las reglas electorales y elegirse por un cuarto período, que le hubiera permitido permanecer en el poder hasta 2025.
En Ecuador, el presidente populista Rafael Correa, que enfrenta crecientes dificultades económicas, ha dicho que no buscará la reelección el próximo año.
En Brasil, la presidenta Dilma Rousseff se enfrenta a un posible juicio político o a una decisión del Tribunal Supremo Electoral de anular las elecciones de 2014 y llamar a una elección anticipada por el escándalo de financiación de su campaña. El principal estratega de su campaña, Joao Santana, fue detenido la semana pasada en medio de la investigación por los desvíos de la empresa estatal petrolera Petrobras a la campaña presidencial.
Si América latina quiere romper su ciclo recurrente de regímenes populistas, la nueva generación de presidentes pragmáticos debe tratar de incluir en sus constituciones controles estrictos contra el despilfarro, y destinar un porcentaje fijo de los ingresos nacionales a la educación de calidad, la salud y la infraestructura. Ese sería el mejor legado de la nueva era del pragmatismo latinamericano.