Como le ocurrió a los ciudadanos argentinos con el kirchnerismo y el macrismo, los afiliados al Partido Bloquista de San Juan se enfrentan a un Boca - River político pocas veces visto en la historia de esta provincia. La gran diferencia entre la disputa nacional con la sanjuanina, es que Cristina y Macri la fogonearon suponiendo que se beneficiaban. La sostuvieron, la negociaron y se embarraron en ella. Finalmente ninguno ganó, porque ella no pudo ser candidata, y él perdió la elección. Acá, en nuestro pequeño antagonismo, todo es más sincero. Luis Rueda y Graciela Caselles son distintos y lo demuestran a cada paso. La incógnita está en qué prefieren los afiliados del partido de la estrella.


Los hombres y mujeres de la agrupación fundada por los hermanos Cantoni tuvieron épocas de gloria que terminaron dilapidando con el tiempo. Sólo les fueron quedando las anécdotas y los grandes logros que ya conocemos todos, gracias a que se repiten en cada charla. No hay nuevos relatos. Hace mucho que un bloquista no reescribe la historia, que sobresale del resto. Es indudable que la presidenta del partido, en eso, tiene mucha responsabilidad. Por lo único que se la recordará es por haber sido, hasta el momento, la diputada nacional sanjuanina con mayor cantidad de años ocupando una banca. Pero eso no le cambió ni le cambiará la vida a nadie; solamente a ella. 

Graciela  Caselles


No es la única, por supuesto. Hay un conjunto de personas que se preocuparon solamente por sus espacios personales y se olvidaron de la continuidad de partido. Nadie puede dudar que el bloquismo es un partido con mística militante, donde aún pululan personas que inflan el pecho al recordar aquellas buenas épocas de convicciones políticas, que saben qué pensar al momento de tocar cualquier tema, que reconocen los valores políticos y sociales con los que fue creado el partido. Eso se terminó. Y se terminó por responsabilidad plena de quienes conducen, que son los mismos que vienen conduciendo desde hace casi dos décadas. Es la lógica de Caselles. 


¿Se pudo haber hecho distinto? Claro que sí. Hay otros partidos provinciales que han sobrevivido al tiempo con mayor hidalguía: el Movimiento Popular Neuquino (MPN) gobierna esa provincia desde 1961. Fue fundado por los hermanos Sapag, quienes fueron dejando el poder en manos de dirigentes como Jorge Sobisch o el actual gobernador y presidente del MPN Omar Gutiérrez. Llevan casi 60 años de historia y varios nombres en la conducción partidaria y provincial. La gente los sigue eligiendo. Es probable que los sigan votando porque no hay oposición, porque gobiernan bien o por la conjunción de esas o más cosas. Pero los neuquinos los siguen eligiendo. Desde lejos se ve que la fórmula es la que se le reclama a Caselles: correrse a tiempo.


¿Cuál es la diferencia con Rueda? No se sabe. Y nadie podrá saberlo hasta que el joven bloquista llegue. Es probable que Rueda haga un mejor trabajo que el de la diputada nacional, pero también es probable que sea peor. Lo que nadie puede hacer es negarle la posibilidad de llegar, que es lo que está haciendo Caselles al empujar a otros candidatos, cuando había un acuerdo para una lista de consenso con Rueda al frente.


Evidentemente los estilos son distintos y habrá que esperar para saber cómo se define la disputa. Pero desde el vamos los bloquistas se enfrentan a darle continuidad a alguien cuya única virtud fue la de perdurar. 


Nadie sabe si Rueda será mejor, pero al menos no será la perpetuidad en el poder para beneficio propio. Cualquier comparación con lo que pasa en el peronismo, es sólo coincidencia.