Hay nombres de instrumentos monetarios segregados por el poder público estatal que a veces por su sofisticación técnica, pueden hacer perder de vista su relación directa con objetivos prioritarios de política fiscal, como es el acertado propósito de mantener el superávit fiscal.


Nadie discute que se debe trabajar de modo permanente con el objetivo de no tener déficit fiscal, y para ello a lo primero a que se apela es a reducir el gasto fiscal en moneda de curso legal, obturando la monetización del déficit impidiendo o limitando, de este modo, la emisión de pesos con destino a financiar gastos ordinarios o corrientes.


Pero la ardua faena del equilibrio de las cuentas púbicas, no debe quedar enmarcado solamente en lograr metas registradas en términos de mitigación del déficit atendiendo a la no emisión, porque también se pueden generar estados deficitarios públicos dándole pábulo a mecanismos que, si bien no son una monetización directa del déficit, sí constituyen una incursión franca en emitir deuda estatal con letras del tesoro público.


Es frecuente en la historia argentina no dimensionar el problema del desequilibrio de cuentas públicas más allá de la problemática de la emisión de moneda, omitiendo o excluyendo del análisis el problema que implica la liberación al mercado de letras estatales como las Lebac antes y ahora la Leliq.


Hace un año se logró en la opinión pública instalar que la deuda en Lebac era un problema enorme porque prácticamente se convirtió en otra base monetaria, de alrededor de $ 1,3 billones.


Para salir de esa bomba que se acumuló pagando tasas de interés astronómicas, se cambió la modalidad de letras estatales, y en su lugar se lanzó otro formato de letras determinando el libramiento de las Leliq, a cuyo acceso sólo lo tenían habilitado los bancos comerciales.


Se logró así, el traspasamiento de Lebac a Leliq, obteniendo con ello una mayor manejabilidad de estos instrumentos, ya que se logró una reducción del riesgo, pues las Lebac estaban en poder del público en forma indeterminada.


Pero a casi un año de la vigencia de las Leliq y debido a su sobre-magnitud en capital e intereses, se conoce que una bomba reemplazó a la otra, lo cual hace sumamente incierta la estabilidad del sistema. La irrazonabilidad la describen los analistas diciendo que hay una masa monetaria paralela reprimida de emisión de dinero físico ya devengada y en forzosa expansión, pues, en esta tesitura errática lo único que queda por hacer es renovarla a tasas altísimas para que no se desarme y se dolarice.


El compromiso de deuda de las Leliq en diciembre de este año, de continuar al ritmo actual de emisión, llegará a superar la base monetaria, esto es, $1,4 billones.


Con lo cual se llega al absurdo de haber emitido el equivalente a una base monetaria paralela en letras estatales, lo cual no deja de ser un contrasentido gravoso para el futuro del país.


El costo de su libramiento previsto para la contención inflacionaria y para evitar el pase a dólares, puede ser más caro que el haber adoptado otro camino o haber tomado un recaudo limitativo para no sobrepasarse hasta el contorno de la irresponsabilidad cuasi fiscal. Porque su costo exuberante va a prolongar claramente el actual empantanamiento del funcionamiento real de la economía.


 

Por el Dr. Mario Luna y el Prof. Fabián Núñez
Profesionales jachalleros.