Las últimas evaluaciones puntuales de las consultoras financieras internacionales y de los organismos multilaterales de crédito, afirman que la crisis económica europea ha tocado fondo y de ahora en más se debe esperar una recuperación que fluctuará según las políticas y el poder de reacción de las naciones afectadas por el colapso.

Si bien los números del salvataje han estabilizado a la eurozona, la secuela en la población por la caída histórica, es la mayor preocupación de las autoridades ante el grave deterioro del nivel de vida del europeo medio, de manera que de acuerdo a los analistas se necesitarán por lo menos 25 años para recuperar el poder adquisitivo que los trabajadores tenían hasta antes del impacto de la crisis.

La situación social en la región tiene altibajos, pero a todos alcanza la pobreza. Un caso emblemático es el observado en Alemania, una nación tan estabilizada en su economía y proyección social, que era señalada como modelo a seguir en la eurozona, tanto por su crecimiento económico como por y la flexibilización laboral que exhibía prosperidad. Ahora unos ocho millones de personas sobreviven con subsidios y sin prestaciones sociales. Otra sociedad equitativa que antes se tomaba como ejemplo era Holanda, pero la última estadística consigna que el 9,4% de los holandeses, unos 664.000 hogares, viven por debajo del umbral de la pobreza.

En los extremos más críticos del mapa de la pobreza en Europa están los pobladores de los países más golpeados por la crisis, caso de Portugal, Italia, Irlanda, España y Grecia, este último al borde de una catástrofe humanitaria según los politólogos del continente, por ser el que soporta el mayor ajuste para recomponer las cuentas públicas y consecuentemente donde todos sufren las rigurosas medidas de austeridad.

Las privaciones no sólo son alimentarias sino alcanzan a la propia supervivencia al no disponer de servicios como calefacción en el crudo invierno boreal. Es imposible pagarla con tasas de desocupación del 27%, como las que tiene España y tres millones de personas que sobreviven con ingresos mensuales de menos de 307 euros, por ejemplo.

A más de cinco años del comienzo de la gran recesión del siglo XXI, Europa exhibe una situación social peor que la soportada por los argentinos en 2002, con el fin de la convertibilidad.