En estas últimas semanas, en este diario se han publicado notas referidas a nuestro patrimonio histórico-cultural, concretamente sobre antiguas edificaciones que corren peligro de perderse por diferentes motivos. Se trata -por ejemplo- la casa de la primera legisladora de América latina, Emar Acosta, donde también vivió la Dra. Leticia Acosta, considerada una médica precursora de nuestro medio. Esta casa está ubicada en Capital. También leí sobre el fortín de los jesuitas situado en el departamento de Ullum; y la Casona de Barboza, emplazada en Pocito. En este caso el presidente de Acodepas (Asociación de Conservación y Defensa del Patrimonio Sanjuanino), magister Jorge Cocinero, publicó una acabada nota haciendo referencia a su valor histórico-patrimonial. A estos sitios se podrían agregar otros tantos, como la construcción de la antes estación ferroviaria de Talacasto, mudo testigo del legado cultural inglés. En San Juan la preservación del patrimonio material posee gran importancia o significación. Esto no es rendirle culto al pasado por el hecho de ser pasado, valga la redundancia. Nuestra provincia posee una línea histórica muy particular, línea que fue quebrantada por el violento terremoto de 1944. El San Juan de otrora desapareció, esto es la arquitectura colonial, edificaciones singulares cuyas paredes, contenían la historia o el pasado nuestro, tanto de la vida institucional-política, como la del hombre común y su vida cotidiana. De esto que desapareció quedan relictos, en buen o regular estado, que urge preservarlos, aplicando la legislación correspondiente. No conservarlos o preservarlos constituye una actitud negativa o de menosprecio hacia nuestras propias raíces. Pero, sabemos que el concepto de patrimonio es mucho más que lo expresado. Así, las edificaciones citadas nos conducen o llevan a otra dimensión temporal, que sé por su existencia presente, son los indicadores del pasado, o son una suerte de huellas perfectamente o empíricamente visibles, logrando que "el otrora" se actualice y cobre vida. Además, estas construcciones son sitios o espacios de memoria, en el sentido que son lugares educativos, aportando su valor patrimonial en la construcción de nuestra identidad, es por eso que constituyen nuestro capital simbólico. Igualmente poseen o son potenciales herramientas de turismo, como claramente lo ha explicado en este espacio la Licenciada María Teresa Forradellas. Por último son convenientes las palabras del conocido historiador Eric Hobsbawm, cuando apunta que "la destrucción del pasado es uno de los fenómenos más característicos y extraños de esta época, donde la juventud crece "en una suerte de presente permanente, sin relación orgánica alguna con el pasado del tiempo en el que viven". Mantener "vivo" ese pasado que forjó el presente y se proyecta al futuro no incumbe solamente a los historiadores o investigadores, es, además competencia de las autoridades o instituciones administradoras de este aspecto. En San Juan, se ha hecho mucho por nuestro patrimonio, pero aún falta.
Por Prof. Edmundo Jorge Delgado
Magister en Historia