Nuestro país está soportando en otro ciclo inflacionario, reiteradamente minimizado por el Gobierno nacional, que tiende a desbordarse por los pedidos de aumentos salariales que superan la prudencia con que debería manejarse la dirigencia gremial y las autoridades laborales, para evitar que se genere una peligrosa carrera de precios y salarios. En esta falacia de intentar equilibrar por ese medio el presupuesto familiar, finalmente todos pierden y mucho más los pobres porque es el sector donde impactan con mayor rigor los aumentos de insumos básicos.

Lo grave, en esta puja demagógica para ver cual es la organización que consigue mayor aumento, es que el elemento moderador, las autoridades de la cartera de Trabajo homologan la escalada gremial para no chocar con el poder demagógico de las cúpulas sindicales, pensando en réditos electorales. Es más, como varios sectores ya cerraron las convenciones colectivas, con reajustes menores a los obtenidos después por organizaciones como la de la alimentación, donde se cerró con un 35% de aumento (había pedido 40%), los rezagados quieren reabrir las discusiones para "no pasar por tonto", según expresó Oscar Lescano, titular de Luz y Fuerza, que hace 48 días obtuvo un acuerdo por el 22% de aumento. Lescano quiere ahora un 35%, adicional.

Los bancarios, mercantiles, construcción y otros gremios poderosos quieren comenzar a discutir ya mismo desde un piso del 40%, y hasta al moyanismo aliado al poder, va por el mismo camino ya que a la CGT le ha desbordado la contención prometida al oficialismo. Todos buscan recuperar una capacidad adquisitiva que por este medio será rápidamente licuada por la inflación, como ha ocurrido en todos los intentos que paradógicamente tuvieron esta misma intención.

Lejos del sentido común para afrontar el "reacomodamiento de precios", como sostiene el Gobierno, la psicosis sindical lleva a reabrir todas las negociaciones paritarias, dando lugar a una estampida inflacionaria de consecuencias imprevisibles. Las empresas trasladarán los aumentos a sus costos fijos disparando los precios.

Los argentinos tenemos durísimas experiencias de las inflaciones históricas que hasta arrastraron al país a quiebres institucionales por incapacidades políticas. Hay otras forma de proteger al asalariado, como son las medidas fiscales destinadas a asegurar los valores de la canasta familiar para los menores de ingresos -por ejemplo con un IVA atenuado- y subir el mínimo no imponible a los sueldos altos. Pero es el consenso de los actores el que evitará situaciones irreversibles.