La frecuencia cardíaca normal de un adulto en reposo es entre 60 y 100 latidos por minuto. Una frecuencia inferior a 60 latidos por minuto indica una persona, como un atleta, que goza de un estado de salud superior a la media. Por el contrario, una frecuencia cardíaca superior a 100 latidos por minuto significa un individuo con un estado de salud inferior a la media, el tipo de hombre o mujer que vemos prácticamente en todos los lugares de trabajo y en todas las ciudades. La sociedad moderna ha hecho que llevar una vida poco saludable sea terriblemente sencillo. Los empleados poco saludables que se desempeñan en las economías en crecimiento presentan riesgos no sólo para ellos mismos y sus compañías, sino también para la viabilidad económica de sus comunidades, en su intento por competir en el mercado global. Los empleados poco saludables se toman más días por enfermedad, requieren beneficios de salud más costosos y suelen ser menos productivos y activos que sus colegas saludables. La necesidad de empleados sanos y productivos no es una preocupación que atañe sólo a los empleadores, sino que se está convirtiendo cada vez más en un problema entre los propios empleados.

"Los empleados poco saludables presentan riesgos no sólo para la fuerza laboral actual, sino también para los posibles candidatos y futuros líderes de la compañía".

A medida que las clases medias continúan proliferando en regiones que abarcan desde Asia - Pacífico hasta América latina, los empleados exigen mejores condiciones laborales y estilos de vida más saludables en el marco de sus entornos profesionales. Sin embargo, las megaciudades con más de 10 millones de habitantes, como Ciudad de México, Mumbai, Sao Paulo y Shanghai, siguen atrayendo a las fuerzas laborales de los mercados en crecimiento. Estos cambios poblacionales ejercen una presión cada vez mayor sobre los recursos de estas áreas urbanas, exponiendo a los empleados a niveles insalubres de contaminación, a estilos de vida sedentarios asociados con largos viajes al trabajo y acceso limitado a condiciones de vida seguras. El éxito de una compañía suele medirse por las pérdidas y ganancias, la adquisición de clientes, el volumen de ventas mensuales y demás información que revele dónde se está perdiendo o creando valor. Sin embargo, la productividad (y la salud) de los empleados de una compañía afecta directamente el éxito. Cada empleado individual contribuye al éxito o fracaso de equipos, departamentos y divisiones enteros. Cada persona cuenta. Las compañías deben abandonar la tendencia a tratar a los empleados como una fuerza laboral colectiva integrada por caras y cargos anónimos, para verlos en cambio como individuos con habilidades específicas, con diferentes personalidades y con necesidades únicas relacionadas con su salud y bienestar (tanto físico como emocional).


En el marco de las economías en crecimiento, las fuerzas laborales eficaces del futuro estarán formadas por empleados que se sientan saludables en todos los niveles. Los menores niveles de ausentismo, los menores gastos en salud y los mayores niveles de productividad son razones evidentes para ofrecer recursos y programas internos de bienestar. En términos de costos y beneficios, la cuenta es sencilla. Sin embargo, el impacto humano es invaluable. Los empleados constituyen la inversión más importante de una compañía, y los futuros empleados pueden ver fácilmente si un empleador está invirtiendo actualmente en el bienestar de su capital humano. Para los mejores talentos de hoy, la salud de los empleados actuales de una compañía puede ser un factor decisivo.

Por Diego Ramírez
Líder de la Práctica Global Health Management, Mercer