Algo importante es detenerse a analizar por un momento cual es la relación que une a la soberanía con el poder político.

En primer lugar, es conveniente partir definiendo qué es la soberanía. Una definición para este término seria que es "la capacidad de una sociedad política de ejercer el poder dentro de sus fronteras y de proteger las mismas ante la amenaza de un enemigo externo”.

Otra definición entre las tantas que existen sostiene que soberanía es la autoridad suprema; el poder supremo que posee el Estado; soberanía nacional, la que corresponde al pueblo, de quien emanan todos los poderes del Estado.

Estado por su parte, es toda organización de sociedad humana asentada en un territorio para que en un orden jurídico y poder político, genere pautas de comportamiento para crear un bienestar temporal, un bien público temporal.

Es decir que soberanía y Estado están estrechamente vinculados, porque el Estado soberano puede ejercer la fuerza para lograr la paz en su territorio y puede convocar a los ciudadanos para defenderlo. La soberanía tiene dos facetas, estrechamente relacionadas: la interna y la externa.

Vale destacar, que la noción de soberanía surgió alrededor del siglo XVI, junto con el moderno Estado-nación. En lo que atañe a lo interno, la superación de la organización feudal supuso la abolición de la organización medieval del poder, la supresión de los poderes locales y regionales, y su sumisión a un poder central: el Estado.

El concepto de soberanía se asocia con los estados de paz y de guerra. Es decir, el concepto de soberanía presenta pocas dificultades: cuando un país invade a otro, se dice que el primero esta violando la soberanía del segundo. Cuando dentro de un Estado Nacional hay conflictos que amenazan con rupturas o divisiones, se sostiene que el Estado tiene dificultades para imponer su soberanía en el orden interno.

Ante situaciones conflictivas para un Estado-nación en relación con la soberanía, hay distintas maneras de hacerla valer: por la negociación o por la fuerza.

La posibilidad de resolución pacifica de los conflictos no impide que, a veces, se recurra a la fuerza. En las democracias modernas contemporáneas, se intenta que este recurso, priorice las instancias de negociación.

Además, pueden existir conflictos que cuestionen la soberanía interna del Estado. Es el caso de los movimientos separatistas en algunos países. Pueblos con tradiciones particulares en el que se encuentran bajo la soberanía de un Estado Nacional y reclaman, el reconocimiento de esas particularidades.

En muchos estados modernos, de acuerdo con el sistema político que organice la sociedad, la idea de soberanía presenta diferentes matices. Un Estado federal, por ejemplo, puede imponer su autoridad en casos extremos. No obstante, permite que cada Estado federal conserve legislaciones particulares.

En las sociedades modernas hay otros problemas que se presentan a la noción tradicional de soberanía. La globalización es una realidad que acarrea cambios en el comercio mundial, en los gobiernos y su política y en los límites geográficos de los países.

Las relaciones internacionales, cada vez más estrechas, hacen que algunas cuestiones resulten difíciles de controlar por el poder del Estado. El terrorismo internacional, los problemas ambientales, por ejemplo, son algunos de los problemas globales, que no pueden ser enfrentados por los estados de manera individual.

De esta manera, el Estado nacional contemporáneo ve cuestionado, en diferentes aspectos (económico, cultural, militar, político), su ejercicio concreto de la soberanía, en el sentimiento tradicional.

(*) Profesora y Licenciada en Historia.