En conmemoración del natalicio de la Madre Teresa de Calcuta, el 26 de agosto fue establecido en Argentina como Día de la Solidaridad, por medio del Decreto Presidencial 982 de 1998. Agnes Gonxha Bojaxhiu, era su verdadero nombre, y realizó una trascendental tarea humanitaria por todo el mundo. Comenzó curando enfermos y amparando a los huérfanos y hambrientos de las calles de Calcuta, en India. En 1949, fundó la Orden de las Misioneras de la Caridad, cuyos miembros, además de asumir los votos de pobreza, castidad y obediencia, deben servir a los pobres. La Madre Teresa recibió el Premio Nobel de la Paz en 1979. Murió el 5 de septiembre de 1997, y superando lo que establecen las leyes eclesiásticas, no se esperaron los cinco años luego de su muerte para iniciar el proceso de canonización, y fue beatificada por Juan Pablo II, el 19 de octubre de 2003.
A lo largo de las últimas semanas, en nuestro país han abundado los diagnósticos y análisis respecto a la pobreza. Los políticos, la Iglesia, numerosas ONGs han dado cifras al respecto. Es hora de pensar que detrás de esos porcentajes hay niños, hombres, mujeres, y ancianos que sufren necesidades. La pregunta que surge es ¿qué estamos haciendo cada uno de nosotros desde nuestro lugar? Es hora de abandonar la retórica y pasar a la acción concreta. La demagogia se expresa con palabras, mientras que la caridad lo hace a través del amor puesto en lo que se realiza. Lo afirmaba la santa de Calcuta: "Lo importante no son las obras de caridad sino cuánto amor ponemos en las obras".
Un ejemplo extraordinario lo brindan tantos hombres y mujeres que sin distinción de ideologías o credos, ofrecen tiempo, talentos y sus vidas al servicio de los demás. Los argentinos estamos cansados de palabras. Necesitamos poner en acto la solidaridad, que no es un sentimiento vago o superficial, que dice sentir lástima frente a las necesidades de los otros. Por el contrario, es la determinación firme y perseverante de trabajar por el bien común, es decir, el bien de todos los hombres y del hombre en sentido integral. Vivir en sociedad implica "vivir con", que no es sólo "vivir al lado de otro".
Esperemos que las palabras de la Madre Teresa de Calcuta resuenen en nuestros oídos para hablar menos de pobreza y trabajar más en silencio para erradicarla: "La pobreza no es obra de Dios, sino que los responsables de que exista somos nosotros. Y somos responsables porque vivimos en exceso el egoísmo y tenemos déficit de generosidad para obrar sin esperar recompensas".
